Toc, toc, ¿hay alguien ahí dentro?

Al reconocer nuestras limitaciones e imperfecciones y también nuestras cualidades, nos animamos a comprender mejor a los demás.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

¿Te preguntas: quién soy yo? Soy alguien al que conoces muy bien. Soy cada persona con quien te encuentras. Soy tú mismo.- Anónimo                                 

Estamos tentados a escuchar más las voces externas que las internas. Así ha sido el proceso educativo que generalmente vivimos confiando más en lo externo que en lo interno. Mandatos de los padres, de los adultos, de la sociedad en la que vivimos. Por eso tenemos una gran necesidad de ser aprobados y esto hace que dejemos de escucharnos a nosotros mismos. 

Para ser auténticos es imprescindible escucharnos. Esto no quiere decir encerrarse y volverse sordos, sino buscar nuestro centro para dirigir y equilibrar la propia vida. Nos gusta ser vistos en nuestros diferentes roles como personas amables, eficientes y competentes, quedando atrapados en esas imágenes y distrayendo lo que realmente somos, sin descubrir lo verdadero y auténtico, perjudicando así el propio desarrollo, la autoconfianza y la autodeterminación. 

Cuando hacemos contacto íntimo tenemos vida propia, somos libres y responsables. Nos damos cuenta de que podemos afrontar los desafíos que aparecen en el escenario de nuestra vida, que merecemos ser felices, apreciados y amados. No somos perfectos pero sí perfectibles. Tenemos la capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar las mejores decisiones con la confianza que nos da el propio discernimiento. 

Al reconocer nuestras limitaciones e imperfecciones y también nuestras cualidades, nos animamos a comprender mejor a los demás. Lo que piensen otras personas de nosotros no fija nuestra valía, ni tampoco los grados académicos, ni los bienes materiales, ni el dinero, sino que valemos por el hecho de ser seres humanos que reconocen su dignidad y grandeza. 
Es maravilloso y sublime poder tratarnos unos a otros como iguales, como personas autónomas y autorresponsables y nunca como objetos que se usan, manipulan y desechan. 

Reflexionar acerca del respeto propio para cuidar de nosotros mismos y de las otras personas hará que la vida en este mundo sea mejor, ¡mucho mejor! 

¡Feliz Año Nuevo 2016! 

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

Lo más leído

skeleton





skeleton