Todos los rostros

España sigue el camino de la reparación de la memoria histórica: recuerdo y reencuentro de las familias separadas.

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El 1° de abril de 1939, finalizaba la guerra civil española con el famoso parte de guerra emitido por Franco.

Seguiría la represión, crímenes que nunca fueron juzgados y que se velaron con el silencio y la desmemoria forzada: matar y acallar. 

España nuevamente fertilizaría América y el mundo con los exiliados, a quienes México abriría generosamente las puertas cuando muchos países, atrapados en la geopolítica de la segunda guerra, las cerraban. 

Cuando en 2008 el juez Baltazar Garzón inició el juicio por la desaparición, tortura y muerte de 114,266 casos documentados de víctimas de la represión franquista entre 1936 y  1951, crímenes contra la humanidad que no prescriben y no tienen amnistía según el derecho internacional, fue acusado de prevaricación y suspendido.

Es conocido por su acción contra dictaduras, la orden de arresto internacional contra Pinochet, la solicitud para desaforar al entonces primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, y por perseguir toda laya de genocidios, terrorismo, crimen organizado y otras linduras.

El juicio contra el juez ha dado en llamarse el “caso de la memoria histórica” y puso a España en la encrucijada entre la justicia internacional o las normas locales como la Ley de Amnistía de 1977, cuya supuesta violación fue la base de la acusación contra él: justicia para las víctimas o impunidad. El juez fue absuelto de prevaricación pero quedó inhabilitado y se sigue considerando errónea su decisión de admitir la investigación. El tema de la aplicación de la ley internacional se soslayó.

Entonces España sigue el camino de la reparación de la memoria histórica: recuerdo y reencuentro de las familias separadas. El pasado 24 de marzo, Día Internacional del Derecho a la Verdad establecido por las Naciones  Unidas, un amplio movimiento convoca a una Comisión de la Verdad.

Citamos, como muestra de su necesidad, el estrujante caso de los miles de niños republicanos desaparecidos sistemáticamente después de la Guerra Civil, algunos separados forzosamente de sus madres recluidas en prisión, otros huérfanos repatriados por la fuerza –que la Falange reconoció en 1949 que habían sido más de 20,000–, cambiados sus nombres y dados en adopción a familias adictas al régimen para reeducarlos y que pueden estar vivos sin saber quiénes son. 

Para acercarse, les invito a conocer  el sitio Todos los Rostros, memoria visual de los “represaliados” por el fascismo y el franquismo (http://todoslosrostros.blogspot.mx/) y leer la historia del famosísimo Vals N° 2 de Shostakovich, aparente fusil melódico de la canción popular “Yo te daré, Café” que cantaban los más de 3,000 niños españoles evacuados a Rusia.

Hoy ya será posible decir dentro de España lo que, lejos, decía Alberti: Hoy las nubes me trajeron, / volando el mapa de España… / busqué mi pueblo y mi casa. / Entré en el patio que un día / fuera una fuente con agua. / Aunque no estaba la fuente, / la fuente siempre sonaba. / Y el agua que no corría / volvió para darme agua.

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