Tolerancia, acompañada de ¡un sorbo de agua!

Como puede traernos problemas cuando no pensamos las cosas y las hacemos o las decimos así como de impulso, y por lo general así lo hacemos, lamentándonos después o por las cosas dichas, o por las cosas hechas sin pensar.

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Como puede traernos problemas cuando no pensamos las cosas y las hacemos o las decimos así como de impulso, y por lo general así lo hacemos, lamentándonos después o por las cosas dichas, o por las cosas hechas sin pensar.

Para algunas ya no hay vuelta atrás, las cosas dichas no se borran y hay muchas cosas hechas que traen tan graves consecuencias que tampoco podemos remediar por mas arrepentimiento que nos causen, por eso antes de hacer o decir cualquier cosa sobre todo cuando involucre a terceros piénsalo bien, detente a pensar en los pros, los contras, y en las consecuencias que podría traer. Tal vez en una discusión con alguien en ese momento estés tan enojado (a), que no te importe decirle hasta de lo que se va a morir, pero es el enojo el que está haciéndote hablar, y hasta lastimar a esa persona.

Cuando pasa el tiempo tal vez tu enojo pase pero el sentimiento de dolor que hiciste sentir, ese muy probablemente no, y jamás pretendas creer que con una disculpa las palabras se vayan como por arte de magia, a veces es mejor el silencio hasta meditar una situación y poder esclarecerla o bien si eso te causo demasiado enojo o provocó igualmente un problema hay maneras de hacer entender que estás furioso sin necesidad de lastimar.

Una cosa muy importante debemos tener en cuenta cuando expresemos la molestia por una situación. Lo que debemos atacar es el problema ¡no a la persona!

Por ejemplo, en una discusión matrimonial, resulta que los papás empiezan a discutir por alguna razón que los hace entrar en diferentes opiniones con respecto a los hijos, y en lugar de aclarar el punto y llegar a un punto medio, hacen a un lado el tema y terminan ¡insultándose uno a otro!... ¡Momento!, y el problema, ¿en qué momento se resolvió?

El problema se sentó a verlos de espectador a escuchar cómo se insultaban y el seguía (y seguirá) ahí sin resolver, claro pasan las horas se bajan los ánimos y ya ni siquiera se puede retomar el tema que se iba a tratar porque ya además hay sentimientos heridos que nos hizo del problema, ¡un problemón!

A veces nos cuesta trabajo separar las consecuencias de las personas pero siempre hay que tener en cuenta que no todos pensamos ni actuamos igual, que sobre todo debemos tener tolerancia a los demás si queremos que de igual manera nos comprendan a nosotros cuando lo necesitemos, que los problemas entre familias, amigos o cualquier persona siempre van a estar pero la diferencia los hace como actuemos para resolver, si realmente actuáramos más con la cabeza fría para poder resolver las cosas, serían muy diferentes.

Nos hace falta educar a la tolerancia y en ese caso lo mejor es que si en el momento no crees capaz de razonar mejor guardes silencio, hasta que pienses bien cómo se tiene que solucionar o lo que vas a decir.

Hace mucho tiempo, cuando estaba en mi despedida de soltera, una de las amigas de mi mamá que estaba ahí, entre los consejos que nos dan las mamás con el interés de llevar un buen matrimonio, me dijo: cuando empiecen a discutir y no sepas que decir o estés muy enojada, imaginariamente tomate un sorbo de agua y déjatelo en la boca, eso hará que no puedas hablar y ¡mejor te quedes callada!, obviamente dentro de mi dije: ¡qué?..., por supuesto que no, porque me voy a quedar callada como si fuera una sumisa bla bla bla, y eso es lo que nos pasa, que creemos que somos tontos si nos quedamos callados, y es la manera más inteligente de no seguir una discusión, claro tuvieron que pasar muchos años para que yo lo entendiera, pero créeme vale la pena que no sigas una discusión ¡hasta que se bajen los ánimos! 

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