Toscas y ramplonas

A López Obrador no se le ve brío para acometer la reforma hacendaria, que se dictaminará en la Cámara de Diputados a partir del 16 de octubre.

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Dos días después de la presentación de la reforma hacendaria, un poderoso secretario del gobierno del presidente Peña Nieto nos dijo a un grupo de periodistas que nunca subestimarán a Andrés Manuel López Obrador, “porque ha demostrado una gran capacidad para sorprendernos”.

Pasaron dos meses sin sorpresas del líder de Morena. Debe estar calentando el brazo, para la hora mágica del petróleo. Por el discurso en el mitin de ayer, no se le ve brío para acometer la reforma hacendaria, que se dictaminará en la Cámara de Diputados a partir del 16 de octubre.

Le sirve, acaso, para ensamblar un discurso que ayer dejó en punto: (1) el gobierno de Peña Nieto quiere compartir con petroleras extranjeras las ganancia del pueblo y la nación (2) el desfalco que provocará el traslado de esa riqueza tratará de ser compensado con más impuestos, déficit y deuda externa (3) “eso es un agravio y una canallada que desangraría a México y no vamos a permitir”.

Se dirá que son palabras toscas, ramplonas, pero es el timbre de orgullo, el discurso con que buscará elevar el costo a quienes apoyen la reforma energética. Lo acompaña con el anuncio de cercos a los congresos, movilizaciones, uso intensivo de las redes sociales. Y con una larga lista de profilácticas frases contra la violencia. No quiere contagios ni infecciones.

Podrá haber reforma, pero tiene que haber protesta exitosa. Octubre y noviembre no pueden ser un otoño para López Obrador. 

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