Trampas con el IVA

Es insostenible una economía, como la de México, que castiga los ingresos por trabajo y premia el consumo, no el ahorro.

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Para atacar una medida tan correcta e imprescindible como el IVA generalizado, los críticos deben olvidar que siempre se ha mencionado una canasta básica de alimentos exentos: tortilla, frijol, leche, huevo, algunas verduras y cortes de carne. Todos ellos no procesados. La leche light y deslactosada, pagará y debe pagar. Sólo la mala fe produce tantos “olvidos” en tantos críticos desgarrados por el dolor de una injusticia que no ocurrirá.

Hay además las propuestas, como la hecha por Santiago Levy en Nexos del pasado noviembre, de transferir recursos directos a las familias pobres por medio de los actuales sistemas, como Oportunidades: casi 30 mil millones de pesos.

Según la misma propuesta, un 10 por ciento del IVA iría etiquetado para fondos exclusivos de la  Seguridad Social Universal. Con esto, el IVA en medicinas no lo habrá nunca. Los pobres no pagarán ni impuesto ni precio porque una de las finalidades más generosas de obligarnos a pagar el consumo es ofrecer servicios médicos para toda la población sin distingos.

Es insostenible una economía, como la de México, que castiga los ingresos por trabajo y premia el consumo, no el ahorro. Una reforma fiscal que merezca ese nombre debe hacer pagar más a quienes más consumen. Y eso se logra con un IVA generalizado.

Por supuesto, en paralelo a la reforma del IVA, y hasta como condición, debemos exigir a los legisladores que afecten sus vergonzosos salarios y sus prestaciones de multimillonarios: un salario de 100 mil pesos mensuales es suficiente para quien sea. Y cero pago de notas a comilonas en restoranes, cero por salón de belleza (que de nada les sirve), cero a ropa y masajes, cero a bebidas en la Cámara, cero a gastos de la índole que sea. Les pagamos el salario de dos guaruras y un coche para que los siga. Y punto. No más champanje, yates y depas en Cancún para El Niño Verde y dos millares de legisladores y suplentes dándose la gran vida.

¿Privatizar Pemex?

Es imposible privatizar Pemex, como denuncian Bartlett y otros aguerridos patriotas. Pemex ya es privado: es propiedad privada de los líderes del sindicato que se reparten contratos y venden plazas. Y, claro, no quieren competencia de inversionistas. El reportaje en Proceso, con la foto del Ferrari de 2 millones de dólares que el líder petrolero Romero Deschamps regaló a su hijo, no deja duda alguna: él y su mafia son nuestros jeques sauditas. Y se defenderán con todo.

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