Tres pilares de una vida feliz

Para mantener una relación sana con la esposa o novia se requiere de amor, pasión y mutuo entendimiento y tres principios fundamentales.

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Su santidad, el sabio Yameven Así, toma la palabra: Hermanos, para mantener una relación sana con la esposa o novia se requiere de amor, pasión y mutuo entendimiento. El día de hoy hablaré de sólo tres principios fundamentales:

“No se metan en lo que no les importa”. En estos tiempos de pasiones y manifestaciones exacerbadas -donde hay personas que odian literalmente sin ninguna razón válida a jugadores, equipos de futbol, basquetbol, partidos políticos, artistas y noticieros-, si la mujer de su vida, la que tanto les gusta es fanática del América, escucha con emoción a Juan Gabriel y es perredista, es su asunto y punto. 

Respeten aunque les parezcan reprobables sus gustos. Si no hay nada bueno qué decir de sus aficiones -las de ella-, permanezcan callados.

A menos que deseen entrar en el laberinto de la descalificación, cimentar odios con su bienamada y convertir su relación en un fastidio.  

Piensen que es mejor una persona que los apoye en sus sentimientos, aun los más abyectos, que sufrir viviendo incomprensiones.

El segundo principio va tomado de la mano del primero, queridos hermanos: “No pregunten”. Tomen en cuenta que la fémina que tanto les gusta ha tenido un desarrollo social, cultural y vida propia antes de conocerlos. 

Experiencias íntimas que pertenecen al pasado y en su conjunto son la suma de la personalidad que tanto les atrae. Eviten la curiosidad malsana. Pero si a pesar de todo son unos idiotas y algún día preguntan, aguanten la respuesta. 

Porque en verdad les digo: Las más de las veces podrán intuirla, pero no es lo mismo suponer a que les sea confirmado de viva voz por su pareja. 

Entonces no vociferen ni amenacen. No griten ni pierdan el control. La próxima vez, respeten.  A menos que, intuyendo lo que van a escuchar, se aguanten como los meros machos.

Las diferentes actitudes y desarrollo esencial que la mujer moderna ha ganado a pulso en un mundo gobernado por hombres, encarecidos hermanos, lleva al tercer principio: “A todo díganle que sí”. La corriente familiar tradicional entrampa al varón. Lo confunde haciéndole sentir que es amo y señor. 

Reflexionen que son tiempos de compartir gastos, educación de los hijos, trabajo y vacaciones. Contar con una aliada en casa que se caiga con su lana, pague sus gastos y sea responsable no tiene precio. 

¡Vaya biem!

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