Trivialización de la causa

Los responsables de la imposición del alcalde sedicente, en un Estado donde también gobernaba el PRD, lograron desviar la culpa de los verdaderos criminales hacia el Gobierno Federal a través de la consigna: ¡Fuera Peña!

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Al paso del tiempo, dado el cauce que han seguido los acontecimientos, resulta muy penosa la situación de los padres y las madres de los normalistas de nuevo ingreso, desaparecidos en Iguala y presuntamente entregados por la policía municipal para ser sacrificados por el crimen organizado, por órdenes del munícipe cuyo origen partidista es el PRD.

A pesar de que esta causa ha recibido la solidaridad de gran parte de la población, por la justa indignación que desata la atrocidad cometida, a últimas fechas las movilizaciones que se han realizado a su nombre parecen haber desbordado los límites de la sensatez para tornarse en situaciones de peligrosa violencia y provocación que, además de lesionar seriamente las actividades cotidianas y productivas de los ciudadanos, pueden generar secuelas muy graves.

Así, al desdeñar los objetivos propios de una lucha de este cariz, como el castigo a los culpables, se la ha condenado a ser otra de las causas perdidas que viene a sumarse a tantas otras que han adquirido la categoría de irresolubles. Lo que se advirtió desde el principio, cuando los que se apropiaron del movimiento impusieron demandas, mediante consignas, no digamos difíciles si no imposibles de cumplir, que tuvieron entre sus primeras víctimas al padre Alejandro Solalinde.

Pero lo verdaderamente inaudito resulta ser que los responsables de la imposición del alcalde sedicente, en un Estado donde también gobernaba el PRD, hayan logrado desviar la culpa de los verdaderos criminales hacia el Gobierno Federal a través de la consigna: ¡Fuera Peña!, que casualmente coincide con la postura de “Morena” de López Obrador.

De esta manera, los marchantes, pareciendo haberse olvidado de los verdaderos culpables de la tragedia, la utilizan de manera lucrativa para sus fines electorales, olvidándose de manifestar su repudio al crimen organizado, como sucede en otras latitudes donde la representación social genuina y pacífica impide la utilización de las causas sociales para provecho de los grupos advenedizos y, por tanto, antidemocráticos.

Así la causa de los normalistas se convierte en un eslabón más de la lucha frontal contra el sistema, como la de la CNTE, la del SME y tantas otras cuyos dirigentes están más interesados en su persistencia que en su resolución.

Además de trivializar una causa justa, el riesgo de los que le apuestan a la polarización, en relación con las elecciones de junio, es que puede repercutir para desestimular la participación ciudadana el día de la votación, elevando el abstencionismo.  

Cuestión de días.- Dicen en el PRI yucateco que a más tardar el próximo fin de semana se tendrán los candidatos y las candidatas a las alcaldías de la mayoría de los municipios, quedando para después únicamente la que corresponde a la “cereza del pastel”.

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