Trópico y olvido

Existe la arraigada idea de que para que un curso de dermatología sea atractivo debe contener temas dedicados al rejuvenecimiento.

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Como un éxito fue calificado por los organizadores el segundo curso de Dermatología Tropical realizado en la ciudad de Mérida los días 14 y 15 de febrero, al que asistieron 110 médicos, la mayoría dermatólogos venidos de varios estados de la república; y es que el solo hecho de haberlo organizado ya era un gran logro, porque la dermatología médica parece ceder terreno a la dermatología cosmética tan demandada por las y los pacientes. 

Existe la arraigada idea de que un curso de dermatología para que sea atractivo debe contener temas dedicados al rejuvenecimiento y al mejoramiento estético de la piel, por eso un curso de dermatología médica y más aún dedicado a aquellas enfermedades que son generadas en la pobreza, por lo que se les ha llamado olvidadas o cuando menos desatendidas, representaba un gran reto; sin embargo, el número e interés de los asistentes han sido motivo para iniciar los preparativos  del tercer curso de dermatología tropical para el próximo año, en el que nuevamente los dermatólogos del sureste tendrán un papel relevante. 

El curso se inició con un simposio sobre micología, en el que se presentaron datos de los estados de Guerrero y Yucatán, destacando que la micosis subcutánea más frecuente en Yucatán es la cromomicosis, enfermedad que puede ser incapacitante y eventualmente mortal  por el cáncer que puede provocar su larga evolución, si no es tratada adecuadamente.

La leishmaniasis cutánea o “úlcera del chiclero” es una enfermedad que identifica histórica y epidemiológicamente a la península de Yucatán; aunque el estado de Yucatán no es considerado una zona endémica,  muchos yucatecos la padecen al trasladarse a trabajar a la zona selvática del  sureste, donde se puede contraer. La Secretaría de Salud, a través del Centro Dermatológico, cuenta  con los recursos para tratarla.

La dermatología comunitaria es la consolidación de uno de los principios que ha caracterizado a la dermatología mexicana: su compromiso social con los que menos tienen; se presentaron datos de lo que se viene haciendo en la zona Mazahua, en Oaxaca, Chiapas y Yucatán.

Participaron  dos profesores extranjeros, uno de Brasil que abordó la dermatoscopía en las enfermedades parasitarias y otro de Perú que habló sobre las características de la leishmaniasis en ese país y  de la amibiasis cutánea; se revisaron temas como la escabiasis (sarna), la pediculosis (piojos),  la  miasis, la lepra y una enfermedad que se cura con comida: la pelagra, y que injustamente aún se encuentra  en México.

Un tema que poco tuvo de  dermatología y  mucho del placer de vivir,  “Semblanza de la Trova Yucateca”, impartido magistralmente por el anestesiólogo con especialidad en música: el Dr. Julián Durán Flores, fue el punto final de este evento que servirá para no olvidar y atender mejor a las enfermedades que el trópico y la pobreza pueden producir en la piel.

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