Trump, un paso más

En la convención republicana, la mexicofobia del candidato fue elevada a principio ideológico y programático de ese partido.

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El Partido Republicano nominó ya a Donald Trump candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Tras parecer una mala broma, el millonario logró, en pocos meses, consolidar un amplio apoyo de las bases de su partido. Pudo así forzar el respaldo de la mayoría de sus dirigentes, incluidos algunos de quienes le disputaron la designación. Paralelamente, la distancia electoral que lo separaba de la puntera, Hillary Clinton, ha disminuido a grado tal que algunas encuestas lo presentan ya a la cabeza de las preferencias. En la convención republicana, la mexicofobia del candidato fue elevada a principio ideológico y programático de ese partido. Esto se concretó con la inclusión en los proyectos políticos partidistas de la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera con México, entre otras medidas de persecución y negación de derechos civiles y humanos a los inmigrantes sin documentos. Emblemáticamente, los convencionistas pudieron adquirir botones alusivos al muro, que portaron orgullosos a lo largo del evento.

El proceso seguido por la candidatura permite confirmar algunas de las peores cosas que podían preverse desde que este personaje se lanzó a la competencia. Nunca se trató de un radical racista y anti-mexicano tratando de convencer a un partido de sus creencias. Trump es sin duda un pragmático, y su trayectoria como empresario y actor muestra que no está dispuesto a arriesgar ni el mínimo beneficio personal para servir a ningún tipo de principio, sea ideológico o ético. Su público desprecio por los mexicanos y sus propuestas neonazis para tratar a nuestros compatriotas en su país son la línea discursiva seleccionada para lograr el máximo apoyo del conservadurismo profundo norteamericano. No es difícil suponer que, incluso, esta selección hubiera resultado de mediciones específicas, realizadas con los instrumentos propios del comercio y la televisión, como encuestas y grupos focales. Apelando a su arraigado racismo, a los prejuicios usuales de la masa de votantes blancos -analfabetas funcionales lastimados por el sistema económico y urgidos de enemigos subhumanos a los cuáles castigar por los males sufridos- el ahora candidato verbalizó con precisión las aspiraciones de su público electoral.

Trump es sólo un síntoma de una enfermedad mucho más grave.

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