Turista en mi propia tierra
Hay personas que aman a su país y su gente, pero no se identifican con la mayoría.
El software de la mente, así describió a la cultura el influyente antropólogo Geert Hofstede. La cultura es la manera en la que se vive, son los comportamientos y creencias que definen a una sociedad. La mayoría de las personas de un país comparten una misma idiosincrasia cultural. Sin embargo, ¿qué pasa cuándo se nace con un software diferente al de tus compatriotas?
Hay personas que aman a su país y su gente, pero no se identifican con la mayoría... Son turistas en su propia tierra.
Los mexicanos, como la mayoría de los latinoamericanos, están orientados a las relaciones –y no a los resultados–. Nada más importante que las relaciones para obtener un puesto o entablar un negocio. Olvídate de los méritos, el talento o una alianza estratégica, en México la prioridad es trabajar entre amigos.
Las reglas, por ejemplo, también distinguen a los mexicanos… por no creer en ellas. Las leyes se hicieron para violarse y los “acuerdos de palabra” son más usados que los contratos escritos y formales.
La sociedad es comunitaria, valora el grupo sobre lo individual, la interdependencia sobre la independencia. Por eso la familia es intocable y los extranjeros se quedan boquiabiertos al encontrar jóvenes mexicanos de veintitantos años aun viviendo con sus papás e, inclusive, aun pidiendo permiso.
El mexicano es policrónico: hace sus tareas simultáneamente, es impuntual, no es capaz de diferenciar lo urgente de lo importante y sufre de mañanismo (dejar para mañana lo que debió hacer ayer). En las culturas monocrónicas destaca el orden y el respeto al tiempo.
Dios, la Virgen, el Gobierno, los astros, la suerte, siempre es alguien más quien controla la vida de los mexicanos, pues ellos no son arquitectos de su propio destino. Si perdieron dinero fue por la mala vibra de la vecina, si no tienen trabajo es culpa del Gobierno o la crisis, les va a ir bien en el día porque lo dijo el horóscopo, los despidieron por culpa del jefe: nunca son los responsables, pues estamos en una cultura orientada hacia afuera.
Si has decidido tomar las riendas de tu vida, si desde joven has luchado para valerte por ti mismo, si te involucras en grupos de trabajo llenos de talento y resultados –y no sólo amigos–, si eres puntual y organizado…, bueno, tal vez seas un turista en tu propia tierra.