La melanina es un pigmento fotoprotector que se encuentra principalmente en epidermis, cabello y retina y determina el tono de la piel humana. 

Está íntimamente ligada, por expresión genética hereditaria, a personas con antepasados que vivieron en diferentes latitudes. 

Los más cercanos al Ecuador, con largos periodos de exposición a los rayos solares -especialmente los ultravioleta-  presentan una tez más oscura que aquellos originarios de regiones al norte, donde la amenaza solar es menor. 

Una vez aclarado este punto, pasemos de lleno al absurdo tema de la discriminación por el color de la piel, donde algunos individuos despigmentados discriminan al ligeramente menos blanco. 

Este a su vez ofende al medianamente albo, y así podemos ir pasando por los diversos tonos que van de apiñonados a morenos, negros, etc.

Todo esto viene a colación por la hilarante y vergonzante conducta de la FIFA que por un lado se exhibe como chiquillo meón contra conductas antirracistas y discriminatorias, pero se complace a sus anchas permitiendo libertades que se antojan inaceptables en el “Juego del Hombro”. 

Baste para citar, estimado lector, lo siguiente: ¿Puede usted decirme cuántos jugadores blancos juegan en las selecciones africanas? 

Tal vez por mi indiferencia al futbol sólo me haya fijado en la interesante mezcla de tonos en los equipos de América, Europa o Asia, donde el efecto etnicolor es fascinante. Pero fui incapaz de agregar a mi lista democratizante algún “arroz en el prieto”. 

Sé que los directivos pueden aducir que los blancos en esos países no están interesados en el balompié, o no han llegado a demostrar las habilidades necesarias para ser convocados, pero con base en la equidad colorimétrica (término recién creado), el máximo organismo pambolero deberá tomar cartas en el asunto, disponiendo de los recursos para que los despigmentados en dichas asociaciones sean integrados al equipo nacional. 

Algo así como el valor y determinación del Trife, que en días pasados advirtió al PAN que la equidad de género es 60-40 (sic) y no la igualdad que normalmente implica el equilibrio. Será interesante comprobar si el Trife se desdice de tal barbaridad, si Acción Nacional se da por aludido y si los mexicanos aceptamos estupideces de ese tamaño por parte de los magistrados.

¡Vaya biem!