Al jurar el cargo (31 de diciembre), el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez, dijo que a partir de ese momento entraba a una “zona de desastre”. Hoy afirma que “no tenía una idea específica de la magnitud del desastre”, porque fue mayor de lo que suponía.

Espera, por lo mismo, ver “en el reclusorio” a su predecesor Andrés, El Químico, Granier.

Pero, si bien es cierto que a la hija Mariana Granier le fue detectada una cuenta de cheques con una docena de millones de pesos de procedencia desconocida y a su hijo Fabián una fortuna mucho mayor, y que el propio ex gobernador se esmeró personal y etílicamente (según dice) a reforzar su imagen de depredador, también lo es que ni la Procuraduría de Justicia de ese estado ni la General de la República le han podido encontrar (mucho menos comprobar) alguna ratería.

El hallazgo, según la procu estatal, o el montaje, según los implicados, de 80 y pico millones de pesos en efectivo, difícilmente anticipan cárcel para el Químico Granier, de modo que el gobernador Núñez mejor se siente para seguir esperando…