Un minuto, pero para perder

Televisa, en lugar de desmenuzar este formato desde la perspectiva de la televisión, lo hizo a través de los números.

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No lo puedo creer: Televisa tuvo acceso a uno de los mejores formatos del mundo y no lo aprovechó, lo dejó ir, lo convirtió en nada. ¡Cómo!

Por supuesto, me refiero a Minute to win it (Minuto para ganar), esa obra maestra que desde hace años vemos a través del canal BBC Entertainment (que, por cierto, está de fiesta con el nacimiento real. Yo que usted le echaba un ojo).

Cualquier canal de México hubiera hecho con Minuto para ganar un escándalo de masas, un fenómeno indiscutible, un juego que tuviera réplica en las fiestas privadas, en los antros, en las escuelas.

Pero no, aquí haga de cuenta que jamás lo compraron. La gente no lo comenta, la prensa especializada solo lo menciona porque se dedica a mencionar las novedades, pero no tiene importancia, no es nota.

¿Cuál es el problema? Que Televisa, en lugar de desmenuzar este formato desde la perspectiva de la televisión, lo hizo a través de los números.

¿Cómo es eso? Se lo voy a explicar: Desde la perspectiva de la televisión, los responsables hubieran buscado crear los mejores momentos de emoción y suspenso, hubieran buscado a la gente ideal para que participara, le hubieran echado ganas.

Desde la perspectiva de los números, lo que se hizo fue analizar lo que más le convenía a la empresa en términos corporativos y buscar la manera de que eso se tradujera en la adquisición de cierto tipo de influencia.

Sí, yo sé que suena de lo más aburrido y abstracto, ¿pero por qué cree que Minuto para ganar está como está?

¿Qué era lo que más le convenía a Televisa en términos empresariales? Continuar con su extensión hacia Estados Unidos, estrechar lazos con los canales de allá.

¿Resultado? La primera vez que Minute to win it se hizo en México, no se hizo en México, se hizo en Los Ángeles, y en lugar de programarse en algún horario importante de El Canal de las Estrellas, se refundió a mediodía como subproducto de relleno entre telenovelas viejas y el recuerdo de algunos programas de cocina y medicina.

Por lo mismo, casi nadie vio ese concepto y si lo vio, lo vio raro, sin historias mexicanas, sin personajes con los que pudiera establecer lazos emocionales.

Y es que no es lo mismo ver a una familia de Nuevo León o Jalisco competir en esas dinámicas a ver a un par de chicas dominicanas que apenas y mascan el español, y que cuando hablan, lo hacen en dólares, millas y todas esas cosas.

En resumen, el programa, frío, distante, pero Televisa, feliz, quedó de maravilla con Estados Unidos.

¿Y cómo fue que buscó la manera de que todo eso se tradujera en la adquisición de cierto tipo de influencia? Inventando una versión mexicana, pero VIP.

A ver, a ver, ¿qué tiene que ver esto con influencia? Que una versión mexicana VIP implica causas familiares-sociales, que las causas familiares-sociales hacen que las televisoras queden bien con los gobiernos y los anunciantes, y que cuando las televisoras quedan bien con los gobiernos y los anunciantes, les va mejor.

¿Alguien dijo la palabra televisión? No, pues no, y ahí está el problema.

¿A usted y a mí de qué nos sirve ver a personalidades como Adal Ramones y Andrea Legarreta jugando a Minute to win it si, en el fondo de lo que se trata no es de hacerlo bien, sino de quedar bien? ¿De qué nos sirve?

En el remoto caso de que usted no sepa que es Minuto para ganar se lo voy a describir así:

Es un magnífico programa de concursos donde las personas compiten en dinámicas muy, pero muy babosas, durante lapsos de 60 segundos, y a medida que van ganando, van acumulado dinero hasta llegar a unas fortunas escandalosas.

¿Cuáles son esas dinámicas babosas? Jueguitos de destreza con objetos que todos tenemos en casa como vasos desechables, papel de baño, cubetas y pelotas.

Son babosos no porque sean estúpidos, sino porque son tan, pero tan elementales, que se vuelven irresistibles, adictivos, ¡lo máximo!

Cuando Minute to win it llegó a México, se lo dije: urge que hagamos esto en una versión nacional, porque a cualquier persona le puede fascinar, porque es muy sano y porque a nadie le caen mal varios millones de pesos.

La bronca es que no nos llegó de la mejor manera y algo que no me deja de doler: una suerte de soberbia que invariablemente se respira en Minuto para ganar VIP.

¿A qué me refiero con eso? A que las luminarias que participan no se lo toman en serio, lo hacen como si les valiera, como para lucirse, como si les diera igual, como si aquello, en lugar de ser un programa de televisión, fuera una fiesta interna de empleados de Televisa.

Qué mal, porque de que Televisa pudo haber hecho algo grande con eso, lo pudo haber hecho, y de que esas personalidades tienen talento, lo tienen.

No lo puedo creer: Televisa tuvo acceso a uno de los mejores formatos del mundo y no lo aprovechó, lo dejó ir, lo convirtió en nada. ¡Cómo! ¿O usted qué opina?

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