¿Un Mundial de fútbol sustentable?

El pasado 12 de junio dio inicio uno de los eventos más esperados por el público aficionado...

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El pasado 12 de junio dio inicio uno de los eventos más esperados por el público aficionado al fútbol: la Copa del Mundo Brasil 2014. En medio de fuertes críticas sociales por la inversión que requiere un evento de estas magnitudes, en un país con graves rezagos sociales, la opinión pública no ha esperado para criticar nuevamente (como en muchos de los grandes eventos de estas características) al gobierno de Dilma Rousseff.

Y es claro que un evento con estas implicaciones y de estas magnitudes, y sobre todo con el impacto en la deuda pública y por ende el rezago social que este generará, difícilmente podría entrar en la categoría de “sustentable”; sin embargo, como también es una tendencia en estos eventos globales, tanto como la FIFA como Brasil realizan esfuerzos interesantes para promover acciones que minimicen los impactos ambientales, y hagan conciencia entre los asistentes sobre la importancia de los derechos humanos y el juego limpio.

Una de las acciones gubernamentales que se han implementado en Brasil desde hace algún tiempo, pero que toma fuerza en este mundial, es el pasaporte verde, un esfuerzo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente que en esta ocasión, con el slogan “Yo cuido de mi destino”, y la imagen institucional de la supermodelo Gisele Bûndchen, busca que el turista se comprometa a tener prácticas sustentables durante su viaje, no desperdiciando los recursos de la zona. Los turistas que llegan para el Mundial reciben información sobre consumo sustentable y acciones de respeto a la naturaleza, las tradiciones y los valores socioculturales. De esta forma se confirma el potencial que tienen estos grandes eventos masivos para educar al consumidor y dar a conocer los recursos del país o ciudad de destino, algo que por cierto, aprovechamos muy poco en México.

El Mundial de fútbol también ha sido una oportunidad para que la FIFA desarrolle una fuerte campaña para evitar el racismo y la discriminación, en especial en los estadios de fútbol, pero que al final tiene un alcance global;  estrellas como Neymar, Samuel Et’o y Wayne Rooney, han hecho uso de los selfies para promover en redes sociales el hashtag #SayNoToRacism.

La FIFA ha firmado también algunos convenios con instituciones como Save the Children, la Organización Internacional del Trabajo y el Banco Interamericano de Desarrollo para trabajar proyectos conjuntos a favor de los niños del mundo.

En materia de medio ambiente, también se han tenido acciones importantes: la construcción de los estadios han implementado medidas de construcción sustentable y dos estadios han logrado la certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés); en materia de reciclaje, se informará a los turistas sobre la forma adecuada de separar los residuos en contenedores, y el gobierno de Brasil dispondrá literalmente un ejército de trabajadores verdes que se encarguen de llevar los residuos separados a centros de reciclaje. 

Y en el tema de vinculación con la comunidad, el Mundial servirá para promover la venta de alimentos locales provenientes de granjas sustentables y orgánicas durante los días del evento, promoviendo así el consumo local.

Si bien es cierto que el impacto en emisiones de CO2, en generación de residuos, en consumo de energía y agua y en el movimiento de personas que genera un evento de estas magnitudes es importante, y por tanto es difícil que no haya impactos significativos derivados de la Copa del Mundo, al menos se realizan algunas acciones para tratar de disminuir estos impactos, y aprovechar la cobertura mediática para hacer énfasis en temas sociales importantes.

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