'Un par de ojitos negros…'

El propio sistema electoral mexicano funciona bajo la lógica de la falta de confianza.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

No os fiéis del caballo, troyanos. Algo pasa, temo a los griegos, incluso cuando ofrecen dones.-  Virgilio

El diccionario de la Real Academia Española define la confianza como: la seguridad que alguien tiene en sí mismo, presunción y vana opinión de sí mismo, ánimo, aliento, vigor para obrar. La pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué los mexicanos somos tan desconfiados de los demás? 

En México ha imperado durante muchos años un antivalor denominado la desconfianza en los otros. Ella permea en gran parte de nuestra vida social. Al realizar varios actos de nuestra vida comunitaria, nos topamos frecuentemente con que el interlocutor desconfía de lo que le decimos y hacemos, como si no creyera en nosotros por sistema; es parte de su mecanismo de defensa. 

Esta postura de no creer y desconfiar la llevamos por todas partes. Al banco cuando realizamos operaciones crediticias. Lo mismo ocurre entre los factores de la producción, patrones y trabajadores; naturalmente enfrentados, ambos desconfían de los actos de los otros. En el deporte se desconfía del árbitro o del réferi o del mismo rival. Muchas de las resoluciones que emiten los órganos del Estado están basadas en este anti-principio denominado desconfianza.

El propio sistema electoral mexicano funciona bajo la lógica de la falta de confianza. Los partidos políticos en México funcionan con el común denominador de la falta de confianza en sus contrarios. En materia legislativa, muchas de las leyes y demás instrumentos jurídicos se elaboran bajo la premisa de la sospecha de que alguna persona las pueda evadir haciendo tal o cual cosa. 

Un amigo cercano me contó la anécdota de que cuando realizó su doctorado en Londres, Inglaterra, al acudir a registrarse en la biblioteca, sólo le hicieron realizar un juramento ante una Biblia, sin pedirle ningún documento en donde acreditara su domicilio y sus demás datos. El juramento, para ellos, es más importante, porque es ante Dios. En México no opera así, porque de antemano ya sabe el bibliotecario que la tendencia de algunos de los usuarios será intentar robarse los libros o documentos de la biblioteca. El compromiso moral suele ser lo de menos. 

¿Será acaso que para entender el porqué los mexicanos desconfiamos de los demás, tengamos que apelar a nuestra cultura e idiosincrasia? Por ejemplo, para comprender que de contrabando fue la única manera posible en que, de la Sierra Morena, pudieron bajar un par de ojitos negros.

Lo más leído

skeleton





skeleton