Un problema, un espectador

¿Tú eres o has sido de las personas que para hablar sobre algo que te molestó de una persona, lo haces agrediéndola en lugar de ir al centro del asunto a tratar?.

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¿Tú eres o has sido de las personas que para hablar sobre algo que te molestó de una persona, lo haces agrediéndola en lugar de ir al centro del asunto a tratar?.

Un día una persona muy cercana a mí tuvo un disgusto con su esposo, y por la mañana antes de que él se fuera a trabajar, ¡ella le estaba sirviendo de desayunar!.
 
A lo cual en seguida le dije yo, ¿qué te pasa, todavía de que estás enojada le estás sirviendo el desayuno?, ¡que se vaya sin desayunar, no le sirvas nada!.
 
No hizo más que dejarme calladita con la respuesta que me dio, me dijo el que yo esté enojada por equis o tal situación, no quiere decir que yo lo haya dejado de amar, es mi esposo y él va a ir a trabajar y no lo voy a mandar sin desayunar porque finalmente ¡va a trabajar también por mí!.
 
¡Y que respondes ante eso?; ¡Tiene toda la razón!, pero la mayoría de las veces olvidamos lo que las personas significan para nosotros y dejamos al problema a un ladito, de espectador de nuestros gritos, insultos y pataletas, y el problema a salvo, ¡de él ya ni se habló!.
 
Por eso lo digo después de que me quedó claro de cómo deben ser las reacciones, les digo que lo mejor es frenar nuestra lengua y antes pensar, pero sobre todo el buscar una solución.
 
Creo que por eso se hacen los problemas más grandes, y además dolorosos.
 
Cuando estamos enojados decimos muchas cosas que muchas veces no sentimos, pero que son en ese momento las mejores aliadas para hacer sentir mal a la persona con la que estamos enojados. Por ejemplo, cuántas veces los niños tiran un vaso de agua en la mesa a la hora de la comida y en lugar de decirle de buena manera que su descuido o por estar jugando lo tiró, y su consecuencia es que él debe dejar limpio el lugar, y además tener más cuidado. El otro lado sería empezar a gritarle ¡eres un tonto!, ya me tienes harta, ¡lárgate a tu recámara!.
 
En primer lugar aquí lo menos importante fue lo que nos provocó el enojo que es el saber que vamos a tener que limpiar. La solución sería que él mismo lo limpiara, pero lo peor es que lastimamos al niño con insultos y regaños tan fuera de lugar por un vaso de agua tirado en la mesa, vamos bajando el autoestima y en lugar de solucionar una cuestión tan insignificante como limpiar la mesa, ahora hay que abrazar el alma de una de las personas más importantes que tenemos en la vida.
 
Lo mismo pasa con las relaciones de pareja, a veces cualquier enojo es el mejor pretexto para sacar los añejos “trapitos al Sol” que vamos acumulando.
 
Antes de cualquier reacción piensen en una solución, no en una agresión, agarren el asunto a tratar y contra eso a darle solución, a decir las cosas que nos molestan, pero relacionadas con ese asunto para que esas cosas se vayan descartando.
 
Si hay otro asunto que arreglar, ese no es su momento de hacerlo, hagan una cosa a la vez es la mejor manera de ir solucionándolo, pero sobre todo, no pierdan de vista lo que significan las personas en nuestra vida.
 
Si en algún momento pueden pensar o decidir que el asunto ya va más allá de querer encontrar una solución y ya es cuestión personal, también hablando se entiende la gente el insultar o agredir a una persona no le da más valor a nuestras palabras y mucho menos los gritos.
 
Ojalá que encontremos el sentido a estas fechas de reflexión y nos sirvan para ser mejores personas cada día que tenemos una nueva oportunidad de hacerlo. 
 
Acuérdense que nuestros días tienen el color que le damos nosotros pero también damos pinceladas en la vida de las personas que tenemos cerca, ¡para ellas dales siempre el mejor color!.
 

 

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