Un pueblo celosamente vigilado

Gracias a la vigilancia de los pobladores de la región ha permitido que se conserve la zona y tenga muy pocas alteraciones.

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Hace unos días, motivados por la inquietud de dos grandes amigos, al fin nos dimos tiempo para visitar un sitio muy especial. Después de varios intentos fallidos, acordamos hacer el viaje de exploración y reconocimiento, guiados por “el Gato” Garduño, junto con Antonio Bojórquez, Lupita Lara  y Pedro Góngora.

Nos comentó el Gato que hace quince años visitó el lugar cuando trabajaba por Tekax. Organizó un recorrido con Antonio y otros compañeros, pero no llegaron por culpa de la rica botana, la buena comida y un calor intenso que demandaba refrescarse.

Llegamos temprano al lugar indicado, después de caminar un buen tramo por una angosta brecha. Había una noria con canales que desembocan en una pila.

Nos llamó la atención que la noria no funcionaba con cabrestantes sino que las columnas laterales tenían maderas empotradas de manera horizontal.

La pregunta obligada: ¿Cómo funcionaba? Pedro Góngora nos explicó que con una cuerda entre las poleas, en un extremo se ata la cuerda al caballo y del otro extremo las cubetas.

Cuando el caballo se alejaba del pozo salían las cubetas con agua y cuando se acercaba  el animal al pozo, introducía las cubetas vacías al agua.

Seguimos el recorrido hasta llegar a una capilla abierta, como la de Dzibilchaltún. La que descubrimos conserva la bóveda y los muros en buen estado. Al frente quedan restos de un pretil que delimitaba la nave.

Anexas a la bóveda hay otras construcciones con muros en buen estado. También vimos otras edificaciones de la misma época que siguen en pie gracias a su buena manufactura. Todas estas edificaciones del Siglo XVI se construyeron con piedras de edificios prehispánicos.

Continuamos hasta un montículo de entre 15 a 20 m de altura, formado con cuerpos escalonados y redondeados, en los que hay grandes piedras careadas que recuerdan la arquitectura megalítica de Izamal.

Hay basamentos, altos montículos rectangulares, construcciones redondas que pudieron servir para almacenar agua o granos.

Lo interesante de este asentamiento es la ocupación prehispánica sobre la que se edificó el sitio colonial reutilizando columnas cilíndricas, jambas y demás materiales mayas.

Ambas evidencias constituyen un dato altamente interesante para entender  estos dos momentos ocupacionales.

Otro aspecto no menos interesante es el hecho de que los pobladores de la región  vigilan celosamente este sitio, lo que ha permitido que se conserve y tenga muy pocas alteraciones.

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