Una decisión de conciencia

La lealtad casi no existe, casi nadie la conoce ni la toma en cuenta y menos se practica.

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Durante su cuatrienio al frente de la Secretaría de Marina, el almirante Luis Carlos Ruano Angulo mandó colocar en lugar visible en todos los buques y dependencias de la Armada el siguiente escrito atribuido a Thomas Hubbard sobre la lealtad:

“Si Usted trabaja para un hombre ¡Por Dios!.. Trabaje para él, hable bien de él y sea fiel a la institución que él representa. Si usted tiene que murmurar, condenar o encontrar faltas constantes, entonces es mejor que renuncie a su puesto, y cuando esté fuera, dé rienda suelta a la maldad de su corazón. Pero mientras sea parte de la Institución, ¡no la censure! Si lo hace, la primera ráfaga de viento que pase se lo llevará y probablemente usted nunca sabrá por qué”.

La intención del almirante era que permeara ese concepto entre los marinos. Traemos el tema a colación por los casos del soldado Bradley Manning, quien entregó documentos clasificados a WikiLeaks, y Edward Snowden, ex técnico de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional de EU, que filtró información sobre programas secretos de espionaje del Gobierno estadunidense.

Sobre su proceder, argumentan que actuaron movidos por su conciencia, y han recibido la aprobación de la mayoría, habida cuenta de que esa información fue acopiada por su país a través del espionaje y con fines no tan nobles, lo cual confirmó lo que muchos sabían y otros ignoraban: EU no juega limpio. 

Más allá de juzgar a Manning y Snowden, lo que deseamos destacar es que esa palabra, lealtad, casi no existe, casi nadie la conoce ni la toma en cuenta y menos se practica… comenzando por los países, los gobiernos, los líderes en quienes los ciudadanos depositan su confianza.

Y aquí tenemos como ejemplo a nuestros políticos, cuya deslealtad al pueblo que confió en ellos se manifiesta, hoy más que nunca, en las denuncias de corrupción, ese cáncer tan difícil de extirpar en México.

Como dice la máxima: ¡Que la nación se los demande!

Anexo “1”

En las fuerzas armadas, quienes integran los servicios de Administración Intendencia y de Comunicaciones son considerados los “ojos y oídos” del mando. Esto porque son ellos quienes elaboran, manejan y transmiten información clasificada (confidencial, reservada o secreta).

En los más de 25 años que estuvimos en la Marina, no recordamos alguna fuga de información relevante que pusiera en riesgo a la institución o al mando, salvo los famosos “borregos” (rumores) que se soltaban sobre el itinerario del barco o la duración de alguna orden de operaciones.

Sin embargo, era curioso que al retornar el buque a su puerto base siempre estuvieran las esposas, hijos, novias y amigas de los marinos esperándolos en el muelle, y en ocasiones lo mismo ocurría al zarpar, como recreando aquella canción… “La bella Lola”.

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