Una extendida, bárbara costumbre

Cada día aumenta la conducta de bloquear las carreteras por grupos de padres de familia inconformes, sindicatos, etc.

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Se extiende la barbárica conducta de bloquear las carreteras por grupos de padres de familia inconformes, sindicatos, etc. Con la consigna aparente de que pueden hacer lo que quieran -porque la autoridad en México está apocada y en lugar de ejercer la ley y defender los derechos de las mayorías recurre al timorato argumento de llevar hasta el máximo la negociación-, los agresores gozan de total impunidad. Lo vemos en las avenidas y arterias importantes del DF, en los estados y actualmente en la carretera Campeche-Mérida.

Cualquier grupo insensible y falto de civismo que basado en la fuerza impide la circulación de sistemas de transporte colectivo en aras de manifestar su inconformidad violenta la voluntad ciudadana, porque al imposibilitar el tránsito de vehículos se toma la libertad de decidir  a su arbitrio las necesidades de la localidad. Me refiero a situaciones donde esta conducta indeseable impide que un padre lleve a su hijo al hospital, visite a su madre moribunda, pierda la oportunidad de conseguir el empleo tan anhelado, muera de un  infarto en medio del caos de miles de vehículos aprisionados y recientemente estos grupos también impiden el tráfico de mercancías indispensables para la población.

Que nadie atente contra la necesidad de las personas, porque el régimen cobarde que tolera estas conductas se hace cómplice de los infractores y será  directamente corresponsable de la reacción violenta que decidan tomar los habitantes afectados. Si los encargados de cuidar el orden y el cumplimiento de los derechos inalienables de cualquier persona a desplazarse, en su timorato accionar, confunden su razón de ser, ofrecen una carta en blanco para que los afligidos manifiesten su descontento con métodos similares. Además, se hace claro para todos que cualquier gobernante puede utilizar los medios a su alcance para satisfacer su propio tránsito y resolver mediante recursos oficiales cualquier necesidad ante un evento que los afecte personalmente.  

Si la legislación vigente no cuenta con autoridades que tengan los tamaños para resolver este delicado asunto y actuar de acuerdo con su encargo, es urgente considerar la conveniencia de su permanencia en el poder y convocar a las personas socialmente responsables a que no antepongan su complacencia y el diálogo estéril a la penuria de sus gobernados.

Vaya biem.

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