Me parece de muy mal gusto la cantidad de comentarios que le han recetado al presidente Peña Nieto, seguramente por impúdica envidia, ahora que apareció en la portada de la revista Time, referente innegable de nuestro tiempo. El título, “Saving Mexico”, no puede reflejar de manera tan precisa lo que ocurre en esta patria a la que vino a sacar de su marasmo luego de 12 años de oscurantismo panista.

Es por eso que se agradece que a su paso por México, donde vino a pasar el sombrero para su fundición, digo fundación, y a reforzar los complós contra Madero, Felipe Calderón, como Bora Milutinovic, haya dicho que respeta las estrategias de su sucesor.

Nada más faltaba que después de haber dejado por acá su indeleble huella de montajes y desmanes, aún se pusiera a criticar las humanistas estrategias puestas a trabajar en el estado que cruzó cual ave de mal agüero y lo dejó peor. 

Como sea, fue un acierto esta edición presidencial, pero más que el reportero encargado de la pieza haya aclarado a los malidicentes y los sospechosistas que de ninguna manera fue sobornado para la realización de tan brillante pieza de la ingeniería reporteril. Lo que se ve, no se juzga, reza el refrán. 

No podemos ser como aquellos que tanto aplauden las movilizaciones en Caracas, y se ponen combativos y solidarios, pero acá en la patria abominan cualquier lucha social y exigen a los nuevos escuadrones antiterroristas.

Como sea, la aparición en Time es también una apuesta temeraria y valiente por parte del señor de Los Pinos, lo cual debería dignificarlo ante nuestros ojos. Sobre todo porque los antecedentes son funestos: muy poco tiempo después de que la legendaria publicación estadunidense declarara con justicia y con verdad a Carlos Salinas de Gortari como “Hombre del Año”, le cayó una maldición.

Aparecieron los zapatistas, que a través de la mala poesía del subcomediante Marcos no supieron valorar en su debido conjunto a tan humanista personaje; luego vino el asesinato de Colosio, los demonios que se soltaron, la elección de Zedillo como candidato del PRI y un montón de calamidades bíblicas que al final desembocaron en el Horror de diciembre.

Lo único bueno, que podíamos evocar con cariño y afecto al expresidente Salinas en cada esquina donde niños enmascarados con su efigie heroica, hacían piruetas en cada esquina con bolsas de dinero en las manos, para rendirle un muy sentido homenaje. 

¿O qué querían, que la portada se la dieran a Hohenlohe?