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Tenemos un enemigo que nos hará perder dinero, dañar nuestra salud física y mental, perder disputas legales, fracasar en una investigación, creer en lo paranormal o, inclusive, ser esclavos de la baja autoestima y el fracaso… su nombre: el sesgo de confirmación. Y está en todos nosotros.

Para entender qué es y cuánto te afecta, piensa en cualquier tema que levante pasiones… el aborto, por ejemplo. Si estás en contra, prueba cambiarte de bando. ¿Cuántos argumentos válidos conoces que defiendan el aborto? ¿Sabes, al menos, un beneficio socioeconómico de legalizar el aborto -como, por ejemplo, la reducción de la delincuencia-? 

Probablemente lo único que puedas recordar sea la famosa imagen del feto sufriendo y eso tiene una explicación.
Solemos poner mucha más atención a lo que se ajusta a nuestras creencias que a lo que las contradice. Aún sean toneladas de evidencia que prueben lo contrario, estamos programados para rechazar, evitar u omitir todo lo que se oponga a lo que hemos adoptado como cierto.

Así funcionan los psíquicos y adivinadores: estamos tan desesperados por creer en lo que nos dicen (“tu mamá me dijo que te ama y siempre cuida de ti y de tu hija”), que seríamos capaces de omitir ciertos detalles (como que “tu hija” sea en realidad hijo).

Si estás pensando en comprar determinado automóvil, de repente vas a detectarlos en la calle con más frecuencia, pensarás: ¿de dónde salieron tantos? 

Esto se pone serio cuando cambiamos un tratamiento médico especializado por medicina alternativa o curanderos o cuando nos convencen que inversiones, negocios y productos son “maravillosos”; esta trampa mental sólo nos permitirá ver los beneficios y no los contras –o viceversa–, apresurando una decisión que podría costar mucho dinero.

La pregunta es: ¿cómo combatir este perjuicio cognitivo? 

Sólo hay una manera: dudando. Siendo escépticos. Cuestionando por qué creemos lo que creemos. Contradiciéndonos. Eso nos hará sustancialmente más inteligentes de la noche a la mañana.
Cambiar de opinión y de creencias, sobre todo si llevamos años con las mismas, podría significar un triunfo intelectual. Esto llega a ser particularmente difícil hasta para los científicos.

La próxima vez que te enfrentes a lo que crees o a una decisión, pregúntate: ¿estoy seguro o hay un sesgo de confirmación?

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