Ustedes no

Me declaro ignominiosa para generar argumentos que hagan pensar en la igualdad de derechos. Me declaro imprudente por omitir mi opinión y muy fea, pues nunca aprendí a ser calladita.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hay quien opina que la reciente negativa de los magistrados sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo en Yucatán es muestra de homofobia. Es difícil no lanzarse a despotricar sobre quienes tomaron esa  resolución.

Me declaro ignominiosa para generar argumentos que hagan pensar en la igualdad de derechos. Me declaro imprudente por omitir mi opinión y muy fea, pues nunca aprendí a ser calladita. Asumo la fealdad de mis letras para quienes son capaces de generar argumentos contra el matrimonio homosexual.

No entiendo en qué puede afectarme el nombre que se une a otro nombre bajo el matrimonio. Sé que varios de mis amigos gays no le dan importancia al asunto, ellos siguen juntos contra la sociedad. Y ahí es donde me pregunto: ¿por qué estar en contra? Platicaba con un albañil y  me preguntaba preocupado si el deseo de su esposa por tener una niña haría que su hijo varón fuera homosexual. Suena ignorante, ¿verdad? Quizá por eso las puertas del clóset sigan cerradas para much@s, a pesar del tremendo calor yucateco. 

Tengo una pareja de amigas que están juntas en la salud y la enfermedad, sin necesidad de firmar papeles, pero haciendo malabares para justificar visitas al hospital sin demostrar parentesco. ¿No sería ideal que no tuviéramos que justificar a quien amamos y por qué? Principalmente si está a nuestro lado para cuidarnos y protegernos.

Tuve un amigo que fue rechazado por su familia, negado,  por su “preferencia sexual” y vivió aislado con su pareja. Cuando murió, reapareció la familia a reclamar todos los bienes, patrimonio de la pareja, pero que sin más fue echada a la calle, pues no hay manera legal de reclamar nada.

El sábado pasado fui a ver el espectáculo “Dodi Maleanta”, donde el actor Roberto Franco habla de la homosexualidad y exhibe su cuerpo como objeto de burla y reto. En un juego sadomasoquista, los espectadores son  invitados a azotarlo con un fuete.

La primera espectadora fue tibia, sus tímidos golpes sobre el trasero del actor nos dieron risa, pero el segundo invitado descargó severos golpes sobre el travesti.  Dodi se anticipó, recibió castigo por ser una descarada con el trasero al aire.

Dodi, tú sigue haciendo espectáculos a media noche, todos podremos reírnos de ti, pero nunca tomarte en serio, aún cuando tu piel se haya dañado por los golpes de una sociedad que te niega.

Lo más leído

skeleton





skeleton