Nuestra experiencia con los sonidos estuvo a cargo de Denisse Acevedo, quien expresa que el sonido es algo tan efímero, un elemento rápido; los hechos pasan en un instante y viajan en el tiempo, a veces esos acontecimientos se distorsionan, cambian y cuentan hechos desde un presente. La intención fue captar un contexto amplificado de lo que es la vida en Santa Elena, explorar su ambiente y conocerlo.

Le llama la atención a la investigadora cuando hace la construcción mental de un lugar y es difícil poder situarte ahí sin invadir ese instante con recuerdos o experiencias vividas. Entonces eligió el sonido como un vínculo de estudio entre Santa Elena y ella, como herramienta exploratoria para identificar una imagen verdadera.

También afinó el oído y se sensibilizó como un radar, el cual mueves por todos lados para encontrar algo.

Junto con un grupo de mujeres fue a una parcela antes de que saliera el sol, y cada una se dirigió a distintos lugares, de modo que percibía el sonido de diferente manera; al inicio todas guardaban silencio. Se asombraban de los sonidos que conocían a través de un aparato, la reacción que se leía en sus ojos y sus movimientos, la forma en la que se comunicaban entre ellas para contarse lo descubierto, todo era sorprendente.

Poco a poco fueron subiendo los sonidos y con ello el tono de sus voces, así como el de sus pláticas. Al final el silencio se convirtió en una orquesta.

Las reacciones y el saber expresaban emoción por escuchar algo que definitivamente le pertenece a la cotidianidad de la vida.

Denisse señala que se debe hacer un ejercicio de desprendimiento, dejarse envolver por el estar y de ahí partir, porque nada es estático, todo se encuentra viajando a diferentes velocidades.

Y concluye que percibir de esta forma los sonidos le permitió dejar todas las banderas que muchas veces nos ponemos, que nos encontramos conectados por cosas tan simples y que sólo tenemos que abrir un poco más nuestros sentidos para descifrar los hilos que nos relacionan.