Valor para cambiar

Se necesita valor para modificarse, ya que lo desconocido o diferente da miedo y resulta poco fácil, por más agradable que sea.

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… porque veo al final de mi  rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino.- Amado Nervo, Poeta 

Muchas personas se pasan la vida queriendo que los demás cambien; lo exigen, lo suplican, lloran y gritan por conseguirlo. Piensan que si los otros cambiaran se resolverían sus necesidades y problemas.

De nada sirve exigir ni siquiera pedir a otra persona que cambie. Lo que sí se puede es modificarse a uno mismo,  que  no quiere decir ser  completamente distintos a lo que somos sino alcanzar cierto equilibrio en nuestra vida al “moderar” algunas ideas, creencias y actitudes para adoptar nuevos pensamientos y conductas inteligentes; “modificar” puede ser aprender a ser más disciplinados o más cariñosos. Otras veces, será relajarse, divertirse y tratarse mejor a sí mismo. También  aprender a ahorrar y otras a gastar y compartir. 

Se necesita valor para modificarse, ya que lo desconocido o diferente da miedo y resulta poco fácil, por más agradable que sea. Ejemplo: a alguien acostumbrado a trabajar en exceso, unas vacaciones le harán sentir angustia o depresión. Si siempre decimos sí a todo, decir NO, en alguna ocasión, puede representar un gran esfuerzo y hasta un sentimiento de culpa. Asimismo, establecer relaciones sanas y cariñosas puede representar un vencimiento muy grande. Sin embargo, las molestias producidas por todo cambio son pasajeras. Con la práctica las nuevas maneras de pensar y actuar serán más fáciles y gratificantes. 

Suele suceder que al modificar, familiares o amigos cuestionen nuestras nuevas maneras o hasta se burlen de nuestro empeño. Allí es cuando redoblaremos esfuerzos para persistir pues podemos tener la tendencia a tomar las opiniones y acciones de otros por encima de las nuestras y renunciar a nuestros intereses, para adoptar los ajenos.

Pensemos: ¿cómo es que se incomodan con nuestras modificaciones?, quizá se sientan amenazados por perder alguna comodidad o crean que hemos dejado de quererlos. Tenemos el derecho de cambiar, modificar y tomar nuevas decisiones. Si no olvidamos esto, no necesitaremos la aprobación de los demás, nos atendremos a nuestros propios juicios y correremos el riesgo de cambiar y/o modificar lo que a nosotros competa.

Cuando actuamos de acuerdo con nuestras convicciones, nuestro valor como personas aumenta. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a confiar en nuestra capacidad para determinar qué es lo mejor para nosotros?  

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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