Ven, espabílame otra vez

Es un milagro que tan noble institutriz, que alguna vez participara en una película, no recurriera a un casco de granadero para darles.

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Es lo que la maestra del kínder Caracola Elena López Fernández esperaba escuchar por parte de sus pequeños alumnos que no parecen responder agradecidamente al tratamiento terapéutico que les aplicaba para respaldar su desarrollo humano al ritmo de “espabílate”. Claro, hay que comprender que el término no es suficientemente comprendido en México, que suena muy castizo, como de película porno ubicada en la Gran Vía, razón por la cual los niños no entendían muy bien de qué iba la cosa. Si la sabia mujer les hubiera dicho a sus pupilos algo así como: “¡Pi... asalariado de mi..!”, estos niños seguro responden a la primera, aunque no tuvieran recibo de honorarios.

Es un milagro que tan noble institutriz, que alguna vez participara en una película que describe el sentido de su vida, Malos hábitos, no recurriera a un casco de granadero para darles.

Pero los que no necesitan ser espabilados por una notable maestra neuras son ellos, los niños triquis que arrasaron en el torneo de minibasquetbol en Argentina. Ellos, que vienen de una estirpe abandonada, que conforman el último eslabón de la cadena alimenticia, lo único que saben hacer es abrirse paso en la vida con pundonor y cultura del esfuerzo, no como la de Zedillo.

Niños triquis que no meten milagrosos goles de chilena porque por disciplina, seguridad y pasión meten canastas por docenas. Niños triquis por los que nadie salió a celebrar al Ángel ni serán recibidos por multitudes ni serán pasto de la eterna comedia mediática ni, esperemos, sean alcanzados por las pezuñas de la señorita Laura.

O por las del ex presichente Fox que aprovechó el malestar del Dalái Lama, porque ningún alto funcionario lo recibió, para que apoyara el uso de la mariguana con fines terapéuticos.

Como sea, somos una bola de degenerados que solo responden como perros de Pavlov al melodrama futbolero, no armamos pachanga por el triunfo triqui ni nos llenamos de regocijo de su éxito. Mientras en masa oramos por un equipo profesional que representa los más bajos niveles de compromiso y espíritu deportivo (conservados al vacío por instituciones, escleróticas, rancias y esquizoides que avalan la mediocridad en nombre de partidos moleros), unos alucinantes niños triquis hacen lo que ni los sobrevalorados Gios, Pacomemes y Chicharitos pueden o quieren hacer.

“Move fuckers!”, como le dijo el siempre sereno Ay, Dalái Lama a los maestros de la CNTE que le cerraban el camino divino.

www.twitter.com/jairocalixto

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