Venezuela, esas son puras mentiras

Lo mejor fue que los dos candidatos establecieron discursos melodramáticos que habría aplaudido el comandante Hugo Chávez en su calidad de pajarito chiquitico.

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No sabía que había tantos caprilistas en México y menos que fueran más que los de Venezuela. Se les veía muy activos en redes sociales contra aquellos que alegaban que al final el ganador sería Peña Nieto. Eran de llamar la atención las duras ironías que le aplicaban al heredero del comandante, cual intérprete de la onda ornitológica, y cómo trataban al contendiente, al que colocaban al nivel de adalid de las glorias justicieras del IFE, IFAI, Fepade y hasta la Femexfut.

Una cosa surrealista en sus extremos fundamentalistas condimentada con histeria colectiva, la masa volátil, la gritería del tótem y el tabú ideológicos, tanto que esto parecía sacado de los guiones telenoveleros de Venevisión estilo La Zulianita con Lupita Ferrer.

De Chamos a las Miss Venezuela incluidos en los ingredientes de estas arepas electorales, 
aquello parecía una disputa entre el capitalismo salvaje y el comunismo primitivo en tiempos de la Guerra Fría.
Hay que reconocer que las elecciones venezolanas, beisboleras, panboleras (Maradona con su tatuaje del Che), rumberas (Willie Colón, que al ponerse del lado del opositor ya no parecía “El gran varón” sino el anticastrista Willy Chirino), a ritmo caribeño, con llamados al ejército para defender los resultados, los amagues de rebelión.

Aquello parecía una versión posmoderna del imaginario literario de Rómulo Gallegos, entre Canaima y Doña Bárbara a ritmo de los Amigos invisibles interpretando su ecuménico y simbólico éxito que al calce afirma sin temor a equivocarse, esas son puras mentiras.Y lo mejor fue que los dos candidatos, prácticamente al mismo tiempo, establecieron discursos melodramáticos que habría aplaudido el comandante Hugo Chávez en su calidad de pajarito chiquitico.

Por un lado el señor Maduro, prácticamente separado al nacer de su gemelo Javier Alatorre, en el mejor estilo de ¡Esta noche en Caracas!, dijo tener pruebas sobre el susodicho intervencionismo yanqui que, sin duda, aparecerán en la próxima edición de la historia según WikiLeaks. Y qué decir del señor Capriles que, con su formación hablaba de un compló del comunismo internacional para robar el voto a su favor en busca la derrota de la violencia.

A la hora de escribir estas líneas no había resultados oficiales —igual esperaban el fin de los premios MTV— y los dos bandos se autoproclamaban teatralmente ganadores. Lo único que faltaba era que apareciera Luis Carlos Ugalde para decir, cantinfleando, que no había nada para nadie. 

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