Viajar nos hace libres

Viajar es una excelente herramienta de conocimiento. Cambiar rutinas, modificar hábitos, adoptar horarios, comidas, saludos.

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Ante la llegada de la época de vacaciones realizar un viaje conlleva matices distintos a la vida cotidiana y predecible; del monótono circular, ida y vuelta, por los mismos lugares. Menciono tan sólo algunos:

Viajar es cambiar de ubicación. Modificar lo cotidiano aprovechando cualquier razón que invite a desplazarnos por tierra, aire o mar, frecuentemente con un destino fijo −aunque en ocasiones sabemos que no necesariamente empieza  de este modo-. A veces el azar, una urgencia, trabajo y hasta una afición artística nos convoca a  movilizarnos y allá vamos. No importan las tantas razones que podamos argumentar para permanecer donde siempre.

Viajar implica normalmente una maleta. Cualquiera que sea su tamaño; siempre tiene un límite. Por tanto, se entiende que sólo cosas útiles e imprescindibles deben llevarse, evitando seleccionar artículos innecesarios o supérfluos. Esto que pareciera tan razonable puede volverse un conflicto al darnos cuenta de la cantidad de cosas fútiles que llevamos encima en la vida diaria y que esta vez,  por razón de espacio, son imposibles de acomodar en el veliz. 

Viajar implica considerar una enorme variedad de transportes. Desde una simple caminata por veredas al automóvil, camión, barco, bicicleta, tren, avión  y en poco tiempo una nave espacial. Se hace claro durante el trayecto que habrá intercambio de medios según el avance. La oferta nos hace flexibles y abiertos a otras posibilidades dejando atrás la costumbre del día a día que en ocasiones nos esclaviza a usar uno solo.

Viajar es una excelente herramienta de conocimiento. Cambiar rutinas, modificar hábitos, adoptar horarios, comidas, saludos. Zambullirse en diferentes costumbres, personas e idiomas estableciendo nuevos contactos. Es exhibirse a otros buscando zonas comunes dónde interactuar y mostrar nuestra personal idea de la cultura. Es romper ligaduras y desatarnos del medio ambiente cotidiano que frecuentamos.

Finalmente, viajar es decidir quién nos acompañará en el periplo. Ya sea físicamente, como la familia o los amigos, pero también las personas amadas que asistirán en nuestros teléfonos móviles o dentro de nuestra cartera. La presencia de los que queremos y están y también la dulce compañía de los que en otro tipo de partida emprendieron el trayecto antes que nosotros. ¡Vaya biem!

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