Desde hace 13 años me he dedicado al hermoso y apasionante arte de la magia, con el objetivo de provocar emociones inexplicables en quienes lo disfrutan. Hace unos años una amiga me dijo en tono suspicaz: –No creo en la magia, lo cual fue como un grito de guerra, un reto para poder demostrarle al mundo y a mí que la magia es tan real como los amaneceres y las sonrisas sinceras de los niños.

Algunas veces me han dicho que el mago es un timador que únicamente hace trucos, pero no es así, nuestro objetivo fundamental es crear magia por medio de nuestras habilidades y juegos. Muy pocas personas conocen lo que realmente es la magia, la cual se define como una cualidad sobrenatural y lo sobrenatural es lo increíble, como aquellos 9 meses en el que los padres están esperando con nerviosismo, ansiedad, amor, ilusión, alegría y un sinfín de emociones más el nacimiento de su hijo; magia es, pues, un cúmulo de  increíbles sentimientos que invaden nuestro ser.

En la vida tenemos muchos problemas, miles de caídas y también levantadas, la vida es increíble, es mágica y necesitamos ponernos realmente el saco y el sombrero del mago para compartir con el mundo esa magia interna que todos tenemos.

Cualquier persona puede comprar un truco y hacerlo, pero pocos pueden realmente utilizar sus propios medios para crear magia de verdad. Todos podemos ser magos y el mejor truco es la sonrisa, el amor y el servicio; las mejores semillas que podemos sembrar; herramientas que todos tienen para hacer un cambio en su vida y en la de los demás.

Es ahora el instante de hacer magia y con ella trascender en la eternidad; los buenos sentimientos, los grandes actos se comparte. Tú, mi nuevo amigo colega, ¡comparte la magia! Para que ésta llene la vida de todos. Abra Kadabra.