Videgaray + Guajardo + Carstens = ¡Boom!
Hemos visto al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, desdoblar capacidades extraordinarias de negociación para cimentar cambios legales de envergadura mayor.
Se cumplen hoy 70 días del gobierno de Enrique Peña Nieto. Ha sido tiempo suficiente para que la gente de negocios se dé una idea sobre el derrotero de la economía a partir de 2013.
En 70 días hemos atestiguado que el secretario Ildefonso Guajardo destrabó el conflicto automotor con Argentina; logró un acuerdo para los tomateros exportadores a Estados Unidos; extendió la regulación para la importación de autos usados y sacó el azúcar de las bodegas. Queda mucho por decidir, como la problemática de la industria del acero. Pero los resultados iniciales son alentadores.
En este periodo también hemos visto al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, desdoblar capacidades extraordinarias de negociación para cimentar cambios legales de envergadura mayor. Su reunión con legisladores perredistas para trabajar conjuntamente en las iniciativas de deuda de los estados y de acceso al crédito causó ondas de optimismo en los ámbitos más diversos.
Asimismo, Videgaray ha establecido con firmeza lo que todos queríamos escuchar: que no se vale que del dinero de nuestros impuestos se rescate a municipios quebrados. Con su discurso ocurre un fenómeno inédito: permea a todas las audiencias con una capilaridad argumental que hace ver los temas más sofisticados como una sencilla ecuación.
Y la pinza que cautiva celosamente el momentum que vive México la cierra Agustín Carstens. En cierta medida, qué bueno que nuestro banquero central no se fue al FMI, porque valen aquí mucho sus apreciaciones sobre los riesgos de los flujos de capital global, y el puntual seguimiento de las variables globales.
Tal como ocurrió con su magnífico discurso en Singapur, donde abordó desde la urgencia de estabilizar expectativas en momentos de crisis —en todo el mundo—, hasta las lecciones de las crisis mexicanas. Incluso aderezó con ingeniosas pinceladas de referencia hacia el nadador Michael Phelps y hacia la hipertensión. Brillante, el discurso de Agustín del martes debería ser lectura obligada en absolutamente todas las licenciaturas y maestrías de todas las disciplinas del país —incluida nutrición. Sí.
Y así, all of a sudden, tenemos al mejor equipo económico que hubiésemos podido anhelar.