Violencia en el DF

En días pasados se ha informado sobre un incremento en los asesinatos en la capital del país, principalmente en el oriente.

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Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno del DF, reaccionó de mala manera cuando a finales de 2009 el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad presentó, en la vigésimo octava sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, un informe que mostraba que era la entidad a la cabeza de hechos delictivos.

En el país se ha comprado la idea de que la Ciudad de México es uno de los lugares más seguros. Cierto es que el gobierno de López Obrador y el de Ebrard pudieron rescatar con éxito zonas emblemáticas de la ciudad donde el secuestro, robo y asalto eran lugar común. También es el caso de muchos lugares del país donde la violencia es desproporcionada. Pero la realidad es distinta, el DF de siempre ha sido inseguro, según muestran los diversos estudios, salvo que los habitantes del DF tengan una propensión exagerada hacia la victimización. Las noticias privilegian delitos de alto impacto, no los cotidianos que son los que más ocurren.

En días pasados se ha informado sobre un incremento en los asesinatos en la capital del país, principalmente en el oriente. Lo acontecido es poco si se considera a la población total. El DF y el Estado de México han sido mal tratados por el gobierno federal y por los medios, los reportes se hacen con números absolutos y no en proporción al número de habitantes.

Para los gobiernos y quienes los dirigen, la percepción se vuelve fundamental. Ebrard fue beneficiario de esa idea errónea o imprecisa sobre la situación de la seguridad en la Ciudad de México, aunque hay que destacar que el doctor Manuel Mondragón avanzó en una perspectiva regionalizada para combatir al delito, lo que ahora está promoviendo en el gobierno federal.

La situación en el DF no ha cambiado, pero sí puede hacerlo la percepción, en detrimento de Miguel Ángel Mancera. Lo mismo puede ocurrir con el gobierno federal. El problema de la delincuencia y de la violencia es de orden estructural, llevará mucho tiempo para impactar las variables que inciden en la criminalidad. Es un acierto que el gobierno federal acuerde con estados y municipios un ambicioso programa de prevención del delito. Algo también deberá hacerse en el DF.

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