¡Viva la patria!

Se perciben los síntomas patrióticos de la fiesta.

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Se perciben los síntomas patrióticos de la fiesta. El tricolor del paisaje se expandirá en esta demarcación caribeña, desempolvando a los héroes que nos dieron nación.

En el ambiente el fantasma patriótico comienza a emerger. La conjunción nacional así lo nota y el esperanzador asueto del descanso justificador de la fiesta, detiene la jornada burocrática del Estado en estos días que da comienzo: primero, el 13 con el aniversario de la gesta heroica de los ¿niños? cadetes heroicos de Chapultepec, hasta la arenga de la noche del 15 de septiembre, memorizando el grito del cura Miguel Hidalgo, en 1810,  con la intención de independizarse de la corona española. Por la mañana del 16, el tradicional desfile redondea el recuerdo de aquella época, cuando la patria pertenecía a las tierras del rey Fernando VII.

Mientras las hojas cívicas de septiembre insisten en caer, los festejos preparan el jolgorio nacional y el pecho se nos inflama de patria. Por un momento nos sentimos merecedores de la unificación nacional bajo el sentimiento que nos acoge y nos perpetúa en nuestra mexicanidad. Estas son temporadas que nos hacen olvidar momentáneamente: la crisis económica que lastima los bolsillos o la inseguridad que nos lacera con su miedo agresivo; las reformas constitucionales que no terminan de nacer y la esperanza de mejores días. 

Aquí en Cancún,  por lo menos, en los últimos días el clima caluroso se ha mezclado con la onda húmeda de la emoción que se trasparenta en el ornato de los edificios urbanos invitando (subliminalmente) a los ciudadanos al encuentro de estas fechas,  donde las familias justifican la unión que encierra una nación que siempre ha luchado en la búsqueda de su libertad y soberanía.

La esclavitud indígena en estas tierras, por centurias, fue el gran remanente social, antes de los movimientos de Independencia y luego de la conquista española, los primeros catequizadores que vivieron la brutalidad del esclavismo étnico, denunciaron ante la corona los atropellos de las autoridades ibéricas en contra de los indios. Fue poco lo que detuvo al látigo castigador de la injusticia ante la soberbia del poder colonial, hasta que en estas latitudes la inconformidad estalló en una guerra prolongada, la guerra de castas, la misma rebelión en contra de ladinos y caciques en la que intervinieron  José María Morelos, con la Constitución de Apatzingan  y luego el gran pensador liberal Andrés Quintana Roo, en los tiempos que la patria luchaba por la liberación en contra del yugo español.

Asistiremos a una conmemoración más del mes de la patria. Veremos el cielo de la nación como el techo de nuestra propia casa y echaremos los cuetes al aire, en una alegría intensa y efímera, aunque al otro día recojamos las varas. Nos sentiremos mexicanos plenos. Daremos rienda suelta al grito gutural de las bebidas “espirituosas”, sin escatimar los ¡vivas! Y por un momento los sentimientos contemplarán con orgullo patriótico el tricolor emblema del ambiente inmemorable de la fiesta, la que empieza y termina en las fronteras del territorio nacional. 

Adelantemos vísperas y gritemos en común desde estas tierras del héroe nacional del federalismo, Don Andrés Quintana Roo: ¡Viva la Patria!

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