Vivir con sencillez

Cuando pienso en los momentos más felices de mi vida me doy cuenta que no han estado ligados a grandes gastos.

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Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para crear impresiones que no durarán, en personas que no nos importan.- Emile H. Gauvreay, periodista canadiense

La autonomía posee un sentido muy profundo que viene de la raíz griega “Auto”, uno mismo,  y “Nomos”, ley. “Seguir la ley que uno se da a sí mismo”; es una forma de libertad, valor muy importante que aporta equilibrio a la persona. Vivir de una manera sencilla, voluntariamente, es parte de la autonomía. Ser disciplinados y no ceder a caprichos inmediatos nos da equilibrio al no permitir que nos maneje e influya la publicidad. 

La autonomía, en este sentido, nos lleva a una vida armoniosa y sencilla no entrando a la “sociedad de consumismo”. Muchas veces compramos cosas que no son de utilidad, que están de moda, y nos desgastamos trabajando más para ganar más y comprar, por ej., un automóvil más costoso, una casa más grande que nos acarrearán más gastos y así la espiral sube, aturdiéndonos y olvidando lo esencial de la existencia que es vivir sencillamente. Intentar SER lo más felices posible y no de TENER lo más posible.

Nos cansamos de oír que “el dinero no es la felicidad”, pero ¿cuántos compramos con regularidad billetes de lotería? y la verdad es que si nos sacáramos el premio mayor posiblemente sería para comprar lujos que nuestro actual nivel de vida no los permite. 

Cuando pienso en los momentos más felices de mi vida me doy cuenta que no han estado ligados a grandes gastos y, es más, no se relacionan con el dinero. Un encuentro maravilloso, tierno y/o apasionado con mi pareja, el primer gorgorito  de nuestros hijos, sus balbuceos diciendo “ma…má” o “pa…pá”… y es que el mundo en que vivimos, lleno de publicidad, nos hace sentir “necesidades”, nos presenta nuevas tecnologías, tan “indispensables”, que no podemos imaginar cómo ha sido posible haber vivido sin ellas. 

Urge hacer un alto y un gran esfuerzo para no ser hipnotizados por la mercadotecnia. Revisar, revisar… y gastar en lo que es esencial y necesario; en otras palabras, volver a una vida sencilla y con placeres maravillosos que no se compran con dinero y que cuestan muy poco. Recordemos que las cosas que tenemos nos atan, nos limitan y nos quitan la libertad. Desperdiciamos alegrías y emociones en los objetos que jamás podrán corresponder a nuestro amor y descuidamos a las personas que nos aman pasando por alto momentos amables que no se compran con dinero.

¡Ánimo! hay que aprender a vivir!

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