“Vivir el aquí y el ahora”

Si no aprendemos del pasado, no sabremos planear el futuro, y menos, resolver los problemas que se nos presentan el día de hoy.

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Las tres cuartas partes de la población no son conscientes del momento que viven. Nuestras mentes están un paso adelante, ver que es lo que sigue, lo que tenemos que hacer y lo que nos falta para disfrutar. 

Vamos posponiendo la alegría de nuestros momentos, planeando y expresando que falta determinada cantidad de días para el viaje, la fiesta, la reunión, el viernes, el cumpleaños, la graduación, el nacimiento de...y tantos y tantos acontecimientos “importantes” que pronto llegarán.

Tenemos tanto por hacer y por lograr que no le damos importancia al aquí y al ahora. Tenemos que empezar a vivir en el presente, y no apasionarnos en el futuro, y menos vivir solo de los recuerdos del pasado. 

Porque pensar en el presente se compone de tres partes bien equilibradas. Es como un tripié: vivir el presente, aprender del pasado y planear el futuro. Si se quita un pie, el tripié se cae. Si no aprendemos del pasado, no sabremos planear el futuro, y menos, resolver los problemas que se nos presentan el día de hoy.

Es claro que nuestros pensamientos y el estilo de vida que llevamos nos impiden estar conscientes de cada momento que vivimos. Si vamos a pensar en el pasado, que sea para aprender de lo bueno y de lo adverso para beneficiar el presente. Si vamos a pensar en el futuro, hay que dedicar momentos que consideremos convenientes para pensar en el mañana, pero que no nos absorban la mayoría de nuestro tiempo y nos impidan disfrutar el hoy y el ahora.

Hay una gran diferencia entre visualizar y preocuparse. Se visualiza, cuando vemos el mañana sin miedos y sin angustias, buscando siempre el mejor camino a seguir. Nos preocupamos, cuando agregamos el miedo, la angustia, el estrés y vemos el futuro en forma negativa.

El gran reto de vivir el presente es estar conscientes de lo que hacemos. Es concentrar nuestros sentidos en la actividad que disfrutamos, sin perder el control de nuestra mente, para que no busque distractores o pensamientos contaminantes que no vengan al caso en el momento, y nos impidan disfrutar profundamente este instante.

Una regla de la vida que hay que aplicar es: “Lo que hagas, ¡hazlo bien! Porque si no lo vas hacer bien, es mejor que no lo hagas. Así es que, ¿si vas a comer? Hazlo con gusto y saborea la comida. ¿Vas a bailar? Baila como si nadie te viera. ¿Te vas a bañar? Báñate y goza este duchazo de agua fresca. 

Hacer las cosas con gusto, con ganas y conscientes del momento, eso es precisamente la clave de quienes viven con intensidad cada día. ¡Ah! Y sobre todo, termina lo que inicies, porque la primera causa de frustración de una persona es empezar algo y no terminarlo.

Y no se te olvide: “Hay que vivir el aquí y el ahora, con alegría, optimismo y con mucho amor”. 

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