Waantul y la Cueva Chuyenbalam

El caporal salió a caballo para encontrar la mejor pieza de ganado para capturarla para su patrón, pero el toro lo llevó a una cueva de donde jamás volvieron a salir.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

A principios del siglo XX, el hacendado de Calcehtok, Opichén, se comprometió con sus amistades y les ofreció una gran comida.

Llamó a su caporal y le dijo que buscara al mejor toro de su propiedad para ese día.  Al amanecer, el fiel empleado salió a caballo para cumplir el encargo que se le había hecho. Durante todo el día estuvo buscando la mejor pieza de ganado para capturarla.

Fue casi noche cuando vio a un enorme toro de impresionante figura. De inmediato trató de lazarlo, pero el animal esquivó la reata. El vaquero hizo varios intentos por aprisionar a la bestia. 

El gran bovino fue dirigiendo a su perseguidor hacia una gran caverna vertical llamada Chuyenbalam, temida por todos, pues nadie había llegado al fondo y se decía que era la entrada al Metnal.  La oscuridad tendía su manto y estaban próximos a la citada cavidad cuando el toro se dejó atrapar. Sin embargo, con su descomunal fuerza, jaló a caballo y jinete hacia la profundidad de la cueva de donde jamás volvieron a salir.

Al día siguiente, el hacendado mandó a buscar al caporal pero nadie supo dar razón. Fueron los expertos rastreadores locales quienes descubrieron las huellas del caballo y el toro en el borde de Chuyenbalam. Ellos dijeron: fue obra de Waantul, el dueño del ganado.

Lo más leído

skeleton





skeleton