¿Y la reflexión, apá?

En un concierto de euforia y orgullo desmedidos, los tres poderes constituidos se aprestan a festejar...

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En un concierto de euforia y orgullo desmedidos, los tres poderes constituidos se aprestan a festejar con bombos y platillos las cuatro décadas de Quintana Roo como entidad federativa y para ello han dispuesto de un amplio repertorio de actividades culturales y recreativas; pero se olvidaron de lo esencial: la promoción de una cultura de reflexión seria y madura sobre lo que somos en el derrotero histórico, punto de partida para la constitución de una identidad definida.

No nos engañemos, no existe un sólo Quintana Roo. En cuatro décadas no se ha delineado una cultura de identidad propia, ha habido intentos, trazos, fragmentos dispersos y meritorias actitudes encaminadas a ello; pero una política pública de impulso integracionista, no que se recuerde.

El Quintana del sur vive con el sello del ostracismo económico que sus gobernantes le han impreso, sin poder ocultar el recelo de una prosperidad y un auge turístico y comercial que desafortunadamente no ha llegado a pesar de los anuncios sexenales triunfalistas. La clase política y económica de la capital del Estado ve, como solución paliativa, el regreso del bastón de mando gubernamental a uno de ellos, entendiendo que debe ser nativo del sur, específicamente chetumaleño y por antonomasia “quintanarroense de pura cepa”. Conocen mejor su historia local y las comparaciones les permiten alcanzar una visión más clara de la lucha política en distintos frentes, aunque son cuidadosos de no contrariar la línea oficial.  

La zona maya del Estado vive el letargo del olvido, aprisionada en su marginación pero con el sentimiento latente de la protesta social y el reclamo político, cansada de las injusticias centenarias. Las dos islas, Cozumel y Mujeres, viven una realidad distinta, como dos pequeñas entidades flotando en el mar abierto, cada una con sus cacicazgos propios y sus intereses económicos y políticos muy particulares. El auge turístico adormece la protesta social.

Cancún, en cambio, es un polvorín de sentimientos, una lucha diaria por la supervivencia y un nido peligroso de ideas que amenazan con desestabilizar el orden impuesto por los poderosos.  Los liderazgos mesiánicos han estado muy cerca - dos veces- de apoderarse del control político y económico del Estado. El fervor emergente por el poder tiene varios talones de Aquiles; pero principalmente el desarraigo y el desconocimiento casi absoluto de la historia de Quintana Roo. La clase gobernante lo sabe y hasta ahí…

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