¿Y mi colonia, apá?

La irresponsabilidad de los funcionarios encargados de la salud carece de límites.

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La irresponsabilidad de los funcionarios encargados de la salud carece de límites. Habitantes de la colonia Santa Isabel, localizada a escasos 3.8 kilómetros del centro de Chetumal, dicen estar olvidados por las autoridades, quienes sólo se acuerdan de su existencia cuando hay campañas electorales.

Allí, en la colonia que se encuentra detrás del centro penitenciario, y que exhibe calles sin pavimentar, enlodadas, síntesis de la pobreza extrema, han tenido varios casos de dengue, sin que los servidores públicos del ramo se acerquen a atenderlos o, cuando menos, a fumigar.

Contrario a este escenario, el responsable de la Jurisdicción Sanitaria ha afirmado que atiende a las colonias con el programa de fumigaciones y abatizaciones de algunas zonas donde se han reportado casos de dengue clásico. 

Pablo Cruz, joven habitante de la Colonia Santa Isabel, dice que los comentarios vertidos por las autoridades sanitarias son tan falsos como un “billete de 15 pesos”. “Lo que dicen en los periódicos es falso. Aquí no se acerca nadie.

Les da miedo entrar, porque ensucian los zapatos. Dos veces me ha dado dengue y nunca han venido a darme las pastillas que proporcionan en el hospital. He tenido que acudir al centro hospitalario para que me atiendan”.

La citada colonia luce miserable, a la espera de los servicios elementales para mejorar su condición.

El famoso programa “patio limpio” no ha llegado a la Jurisdicción. Mientras por un lado se exige a la población mantener las áreas de la casa limpias de cacharros, la citada dependencia es un cuchitril. Sillas inservibles, restos de computadoras, material quirúrgico, lámparas y todo tipo de cacharros permanecen en los patios.

Si el apartado anterior no horroriza al lector más ecuánime, quizá se encabrite cuando se entere que decenas de médicos que ejercen en el sector público y que devengan un sueldo, continúan abandonando sus centros de trabajo para acudir a sus consultorios privados. 

El origen de sus ausencias es debido a que los “señores” salen a atender pacientes a sus consultorios o clínicas privadas, dejando a la deriva a enfermos que no tienen para una consulta privada.

Esta ilegalidad pone en peligro la vida de las personas de condición humilde y que acuden a los centros de salud públicos, al tiempo que soportan largas esperas, pues los galenos casi siempre “salen un momento”.

Esas ausencias, que se justifican como “salidas cortas”, muchos de los médicos de Chetumal las utilizan para ir a sus clínicas o consultorios privados, desde donde atienden a sus “preferidos”, quienes dejan ganancias monetarias al momento y comisiones económicas en farmacias, luego de que otorgan muestras de fármacos que posteriormente recetan El abandono de sus centros laborales no es nuevo en Quintana Roo, se viene practicando desde hace varios años, como un derivado de la deshonestidad y falta de profesionalismo de los titulares de los hospitales  públicos y, peor aún, de los responsables de la Secretaría de Salud que se hacen de la vista gorda para proteger a amigos, parientes y compadres.

Como prestadora de servicios a la población sin acceso a la seguridad social tradicional y con un presupuesto millonario, la Secretaría de Salud no sólo enfrenta deficiencias en su infraestructura, sino que en rancherías y localidades urbanas persiste la ausencia de doctores, enfermeras y medicamentos, debido a que los centros de salud comunitarios son barcos desvencijados.

Los fines de semana, cualquier persona que llega enferma, jamás es atendida, debido a que el personal de la Secretaría de Salud abandona las instalaciones, dejando sin servicio a los habitantes de las comunidades.

Las zonas rurales padecen más el abandono de los médicos. El problema es que los “hijos de Hipócrates” huyen los fines de semana y dejan a la población a la buena de Dios, por lo que enfermarse sábado, domingo y días festivos, está prohibido.

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