Y pronto vendrán las lluvias

La recolección, encauzamiento y disposición adecuada de las aguas de lluvia es esencial para garantizar la estabilidad e integridad de nuestras ciudades.

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La ciudad de Mérida, así como todas las poblaciones del estado, carecen de un adecuado sistema de drenaje pluvial, el cual debe estar dirigido al logro de dos objetivos básicos: disminuir al máximo los daños que las aguas de lluvia pueden ocasionar a la ciudadanía y al espacio urbano, y garantizar el normal desenvolvimiento de la vida diaria, permitiendo el adecuado tráfico de personas y vehículos durante las lluvias y al término de éstas.

El expansivo crecimiento urbano, especialmente en la zona metropolitana de Mérida, que con su infraestructura vial y sus edificaciones reduce sustancialmente la superficie permeable para infiltrar las aguas pluviales a su único destino, el subsuelo, obliga a una meditación en cuanto a la solución del drenaje, lo que exige la inaplazable interrelación entre la planificación urbana y la infraestructura de desalojo de las aguas de lluvia, con el objetivo de preservar la integridad física de las vías y garantizar el libre desenvolvimiento de la ciudadanía en la época de grandes lluvias, amén de minimizar la aparición de baches.

La eficiencia y vida útil de los sistemas de drenaje pluvial urbano están estrechamente relacionadas con su planificación y la concepción de los criterios de diseño, ambos elementos ausentes en el desarrollo urbano en nuestro estado. La recolección, encauzamiento y disposición adecuada de las aguas de lluvia es esencial para garantizar la estabilidad e integridad de nuestras ciudades.

Sin embargo, pensar en un sistema que brinde una protección total, que no permita ningún riesgo, podría implicar la construcción de drenajes de magnitudes desproporcionadas, con equipamientos muy costosos, lo que obliga a seleccionar grados de protección viables, con la seguridad adecuada y las menores molestias posibles.

Un elemento determinante de un adecuado drenaje pluvial es el diseño vial, tanto en su traza, como en sus elevaciones; el diseño altimétrico de las calles debe facilitar el escurrimiento de las aguas de lluvia hacia los puntos de concentración e infiltración, en estructuras adecuadas, que aprovechen las bondades de nuestro suelo permeable. Nuestra gran carencia es la falta de un reglamento y unas normas de diseño.

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