¡Ya me cansé!

“Ya me cansé”, fue la frase con la que el sexagenario Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, dio por terminada la rueda de prensa...

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“Ya me cansé”, fue la frase con la que el sexagenario Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, dio por terminada la rueda de prensa en la que informó de cómo presuntamente fueron quemados en un basurero los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Su lacónica frase no tardó en indignar a una sociedad agraviada por la corrupción, la impunidad y la falta de credibilidad hacia las instituciones mexicanas, tres flagelos que en su conjunto han estado presentes en nuestro país desde hace décadas.

La frase pronunciada por el fiscal general va más allá del cansancio físico o de la presión ejercida por la sociedad civil para esclarecer cuanto antes el destino de los 43 estudiantes desaparecidos. No se refiere, ni por asomo, a las presumibles enérgicas órdenes del presidente Enrique Peña Nieto por concluir cuanto antes las investigaciones en torno a un caso que traspasó rápidamente las fronteras de México y que ha merecido el repudio y la atención internacionales. Las tres lamentables palabras que en su conjunto tienen un sabor a desprecio y a soberbia, tampoco tienen su origen en las tortuosas y a veces contradictorias explicaciones múltiples que la Procuraduría ha filtrado a los medios de comunicación, tratando de hilar una versión de los hechos creíble y que quizá no sea precisamente la de la verdad histórica.

“Ya me cansé”, la frase que incendió las redes sociales en difíciles momentos de tensión y enojo ciudadanos, viene a ser como un galón de gasolina arrojado a una llama naciente que el gobierno federal no ha podido apagar y que difícilmente, de no convencer con una investigación científica, imparcial y sin temor a socavar intereses de los grupos de poder fácticos e institucionales, podrá hacerlo en lo inmediato.

La frase de Murillo Karam, hombre público que se valió de su poder como fiscal general para encubrir a su propio nieto acusado de golpear a su novia, no abona a la búsqueda de la verdad. “Ya me cansé” parece retomar el pensamiento del grupo en el poder, el mismo que ha gobernado a este país desde 1929, y que hoy está ante la difícil disyuntiva de quitarse la máscara o de continuar con el engaño de la simulación. El cansancio al que aludió el Procurador es, pues, a seguir portando la pesada careta de la democracia, la tolerancia política, la transparencia, el respeto a los derechos humanos, el estado de derecho y la lucha frontal contra la impunidad, la corrupción y la violencia.

El discurso de la modernidad, sustentado en las reformas estructurales de Peña Nieto, se están atorando en el ramaje de un México Bronco al que no se le ha hecho justicia, el mismo al que hace más de un siglo Porfirio Díaz ignoró también con una pretendida modernidad nacional y cuya ira popular derivó en la Revolución de 1910.  

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