Ya no existe la dictadura perfecta

El premio Nobel, Mario Vargas Llosa, dijo que si bien no hubiera votado por el PRI reconoce los avances en materia democrática que se viven en estos días en México.

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Bueno, eso afirma contundente e inobjetable Mario Vargas Llosa, seguramente porque no tiene claro si a la dictadura perfecta la entambaron, secuestraron, levantaron o yace en una narcofosa.

El premio Nobel dijo que si bien no hubiera votado por el PRI —su mera, mera era Chepina Vázquez Mota—, reconoce los avances en materia democrática que se viven en estos días en México.

Ahí sí no sé si hablaba el autor de La ciudad y los perros sobre el informe de Human Rights Watch que pone a la patria en materia de derechos humanos casi al nivel de Afganistán, o si se refería a las nuevas medidas en los temas de transparencia que recién se acaban de implementar gracias a los esfuerzos de la presente administración.

Bueno, son tales las posibilidades para hacer el escrutinio, institucional y ciudadano, sobre el manejo de los recursos públicos en un afán ultra normativo con algunos dientecillos incluidos para el IFAI, que no se sabe si es a ciencia cierta de transparencia o de un strip tease teiboleroso de las instituciones. 

Con la misma intuición y olfato políticos con los que el secretario Videgaray por fin ha detectado que en Michoacán se está jugando el Estado de derecho, el Poder Legislativo ha decido que el IFAI sea el Big Brother del escrutinio institucional.

Digo, no está mal que existan nuevas y más afiladas herramientas para detectar a los émulos de Moreira, Granier, Reynoso Femat y mil más. Lo que preocupa es que esta iniciativa implica a todos los órdenes de gobierno, no tenga alcances retroactivos y caiga sobre quienes se han despachado con la cuchara grande como Robero Deschamps.

Hay quienes suponen que esto pone en peligro una añeja y bonita tradición de usos y abusos del poder y corruptelas en la consolidación de una clase social que sirve de inspiración a los narcojuniors. Sin embargo podemos confiar en que nuestros experimentados funcionarios, diputados, senadores, góbers preciosos, siempre podrán encontrar los espacios para rendirle nobles homenajes al año de Hidalgo, chingue su madre el que deje algo. 

Lamentable que en este terrible contexto, el diputado Monreal haya introducido en San Lázaro la malsana idea de que los altos funcionarios renuncien a sus aguinaldos. Y hasta ha de querer que los donen a los desposeídos o a los niños de la guardería ABC. Sea serio. ¡Ni modo que el único nivel de transparencia al que debamos aspirar sea el de Berlusconi echado del Senado por trácala!

A Vargas Llosa nada más le falta reconocer que le va al América. 

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