Al hablar de desarrollo es importante definir que entendemos como tal, ya que en el pasado el concepto desarrollo se refería específicamente al aspecto económico y su evolución, concepto al que posteriormente se adicionó el aspecto social, la evolución de la condición social, convirtiéndose en desarrollo socioeconómico; hoy día hablar de desarrollo implica necesariamente la incorporación de la variable ambiental, lo que pocos entienden, que es el desarrollo sostenible.

Entonces, ¿qué debemos entender por desarrollo?: enmarcados en la condición actual de nuestro planeta, no podemos pensar en desarrollo si este proceso o conjunto de procesos no va de la mano con la satisfacción de las auténticas y justas demandas de la población, en un marco de uso racional y sostenible de los recursos naturales, y esas auténticas demandas sociales tienen componentes como la cultura y los derechos humanos.

En la economía globalizada en la que estamos ¿inevitablemente? insertos, el elemento determinante de la viabilidad de la inversión en el desarrollo es lograr el máximo rendimiento financiero, reduciendo en la medida de lo posible los costos de ejecución, lo que en gran medida se logra disminuyendo los costos de mano de obra, condición que en nuestra región, en Yucatán, determina uno de los menores niveles de ingreso de todo el país.

Un desarrollo justo, así lo señala la filosofía del desarrollo sostenible, es aquel que tiene como eje u objetivo básico la utilización racional de los recursos naturales en la satisfacción de las necesidades de toda la población, sin afectar, y en lo posible mejorando, la calidad de vida de las actuales y las futuras generaciones.

En nuestro caso, la concentración de la población y la actividad económica en Mérida y la dispersión del resto de los habitantes en pequeñas comunidades, en ocasiones muy pequeñas y remotas, causa un impacto en el nivel de marginación y el desarrollo humano. El ingreso familiar promedio en estas comunidades es menor de los cien pesos diarios, con altos índices de analfabetismo, situación que se ve agravada por la pulverización de la población en cientos de pequeños asentamientos; el compromiso es acercarlos al desarrollo y los servicios.