Zooongoliiicaaa, mi amor

De inmediato, el club de fans de la mexicana se me fue a la yugular y al grito de “¡Viva Carmen Aristegui!”.

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El miércoles pasado fue el día de Carmen y Laura, de Laura y Carmen, luego de que la primera lanzara, desde su programa en el Canal 2 de Televisa, una histérica respuesta contra la conductora de radio Carmen Aristegui, quien en su propia emisión de MVS y por medio de un entrevistado, afirmara que la peruana había acudido a Coyuca de Benítez, en Guerrero, no para ayudar a los damnificados, sino con el fin de armar un circo lucidor de sí misma en el que habría usado un helicóptero del gobierno del Estado de México.

La forma como contestó la llamada señorita Laura (con su ya famoso grito de “¡Zoooongoliiiiicaaaaa”!) se volvió trending topic en las redes sociales y desde las mismas hubo una respuesta tanto o más histérica por parte de los fans de Aristegui, mismos que en su literal calidad de fanáticos pidieron que la otra fuese echada del país ipso facto.

Ese mismo día, tuve la mala ocurrencia de publicar en Facebook un comentario en broma en el que cuestionaba a ambas personajas, pero sobre todo a los seguidores de doña Carmen, quienes jamás se habían unido de ese modo contra doña Laura, a pesar de que ésta lleva varios años de realizar una televisión de muy dudosa calidad, desde su horrendo talk show de las tardes. No lo hubiera yo hecho. De inmediato, el club de fans de la mexicana se me fue a la yugular y al grito de “¡Viva Carmen Aristegui!” (juro que eso pusieron) me tildaron de provocador, televiso, mentiroso y otras lindezas.

No es que me asusten los insultos e improperios. Lo que me sigue asombrando, aunque no sea algo nuevo, es la manera como la clase progre continúa aferrada a sus santones y santonas (llámense Carmen, Andrés Manuel, CNTE, etcétera), para defenderlos a sangre y fuego, de manera fanatizada y sin el menor asomo de sentido del humor (ya no digamos de sentido crítico). Es una actitud religiosa que no admite herejías y se traduce en furiosos anatemas. Con decir que hasta perdí a algunas amistades ese día por mi chistecito, como si éstas, al unísono, me gritaran: “¡que paaaaseeeee el
desgraciado!”.

Zongolica, mon amour.

http://twiter/hualgami

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