Crónicas urbanas: ladrón madrugador y comensal de donde robaba

Casas de zonas residenciales de clase media y alta de la Ciudad de México, como las Lomas, son frecuente blanco de hurtos.

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Los objetos que robaba de lujosos predios los enterraba en una zona boscosa. (ar-co.com.mx)
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Humberto Ríos Navarrete/Milenio
MÉXICO, D.F.- Entre 50 y 70 oscila el número de robos diarios a casa habitación en el DF, según estadísticas oficiales, y muchos son cometidos en colonias de clases media y alta, como las Lomas, donde operaba El Pelón, un presunto delincuente que estaba relacionado con unas 20 averiguaciones previas. La diferencia con otros es que éste degustaba anchoas enlatadas y enterraba los objetos robados, para luego ir por ellos; la coincidencia es que los ofrecían en el Centro Histórico, donde abundan joyerías y bazares.

El Pelón tenía una forma peculiar —podría decirse cómica— de robar en zonas residenciales de las Lomas, pues además de no usar la violencia, como es normal entre muchos que se dedican al robo de casa habitación, su descaro lo llevó a consumir alimentos en las propias viviendas que despojaba, o sustraer comida enlatada, como anchoas, por ejemplo, que más tarde degustaba en el bosque, según la indagatoria. No poseía domicilio fijo; en ocasiones, eso sí, pernoctaba en hoteles de la colonia Doctores. O en un paraje.

Y era madrugador.

Un caso diferente al de ese singular personaje se remonta medio año atrás, cuando una pareja, hombre y mujer, fue apresada por agentes de Investigación, quienes siguieron sus huellas hasta el municipio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México, donde vivían. Él, que siempre antecedía su nombre con la palabra “licenciado” y adjuntaba su firma con un número telefónico, escribía cartas en las que recomendaba a su esposa, sin mencionar la posición conyugal que los unía.

El día que los detuvieron, 15:15 horas, los agentes ya traían el “oficio de colaboración”, que incluía santo y seña de la denunciante y suficientes sospechas sobre la mujer, quien había sido trabajadora doméstica en una residencia de la colonia Lomas de Chapultepec, delegación Miguel Hidalgo, de donde robó utensilios de cocina y objetos de plata, así como joyas, brazaletes y un collar de 50 centímetros, adornado con piedras verdes y moradas.

Primero rastrearon una casa ubicada en Chimalhuacán, pero vecinos de ese municipio mexiquense informaron que los presuntos, ella de 27 y él de 29 años, habían dejado de habitar el domicilio, de modo que se trasladaron a otro de Atizapán y allí los detuvieron, a bordo de una vagoneta gris, en la que también viajaban sus dos pequeños hijos. En la parte de atrás de la camioneta Peugeot había varios objetos metálicos de color plateado.

Los agentes preguntaron sobre el origen de “varios objetos metálicos”, describe el informe, y la mujer “manifestó que eran parte de lo que había robado y que en ese momento se dirigían a la calle de Madero, en la colonia Centro, delegación Cuauhtémoc, a fin de venderlos con un sujeto de quien desconocen el nombre, pero es el mismo que en ocasiones anteriores les ha comprado…”.

El marido también fue apresado.

Y los clientes.

Los de El Pelón eran similares.

Modus operandi

Los agentes de la Procuraduría General de Justicia del DF tenían antecedentes de varias denuncias de robo a casas habitación sin violencia en Lomas de Chapultepec y otras residencias del rumbo.

El grupo encargado de investigar hizo “un análisis de inteligencia policial basado en el modus operandi, donde el o los probables responsables, en principio, ingresan y salen a domicilios próximos a zonas boscosas o cañadas, estando dormidos sus habitantes, y escalando mallas de enredaderas o bardas, y solo roban objetos de plata, sustraen latas de comida y comen en el lugar”.

Era parte de la pista.

Los policías designados en esa tarea implementaron un operativo de búsqueda. Para esta misión tuvieron que usar ropa adecuada, pues debían internarse y pasar desapercibidos en la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec y sobre el circuito Zaragoza, delegación Hidalgo.

El ladrón desenterró una bolsa que contenía una tetera de plata y joyas del mismo metal precioso

Y “a pie tierra”, como describen, realizaron la pesquisa en la zona boscosa, y lo hicieron a partir del club hípico, hasta las inmediaciones del Panteón Dolores. En su exploración encontraron cuevas donde habitan indigentes, quienes lamentaron no poder ayudar a los investigadores, quienes caminaron hacia el sur de la ladera.

-Es un lugar que era conocido como “Juana La Loca”, quién sabe por qué, pero la verdad es que ahí van parejitas a cachondear y otros que ‘le pegan al peligro’ —describió un conocedor del rumbo.

De pronto los agentes vislumbraron un paraje oculto entre la vegetación, el cual mostraba signos de que allí habitaban, y encontraron latas de comida, entre éstas unas de anchoas, “lo cual”, detallaron, “no estaba acorde con las condiciones del lugar”.

Enseguida tropezaron con bolsas de plástico y diversas prendas de vestir de hombre. Nada más. Ningún otro indicio.

El siguiente paso fue realizar un operativo de vigilancia en las veredas que llevan al paraje y allí pernoctaron, algunos dentro del refugio; y al día siguiente, 22 de mayo y con la luz del día, encontraron, ocultos en el piso y entre la hojarasca, una daga, una navaja de muelle, unos chacos de madera, una funda para cuchillo y un termo.

Continuaron la búsqueda y vislumbraron un maletín rojinegro, mismo que contenía, “a simple vista”, varios objetos de plata y un reloj enmarcado en metal de color amarillo, y al lado otro maletín que contenía una tablet Apple, blanca con gris, y su cargador, un teclado, un par de chequeras…

En el lugar, asimismo, hallaron sobres y botellas de shampoo con nombres de dos hoteles de la colonia Doctores. Los investigadores aguardaron.

Y a eso de las 11:30 llegó un individuo —vestía pantalón de mezclilla, con dos morrales colgados, sudadera gris y botas—, quien se dirigió al paraje.

Los agentes, camuflados, lo siguieron y observaron que desenterró una bolsa de plástico. Y lo detuvieron.

Dijo que tenía un año de vivir en ese paraje. Lo cierto es que después se indagaría que alternaba su estancia en hoteles de la Doctores. Le preguntaron sobre el contenido de la bolsa y respondió que era basura; pero no: en su interior había una tetera de plata y anillos del mismo metal.

El presunto culpable, señala el reporte, aceptó que había robado en varias casas, principalmente de Lomas Virreyes y Lomas de Chapultepec, de donde sustrajo, entre otros objetos, monedas de plata, armas de fuego, cuchillos y enseres domésticos, varios de los cuales enterró en la zona.

***

Y quien se hacía pasar como “licenciado” y recomendaba a su esposa con “sus conocidos” en residencias de Lomas de Chapultepec, según decía, finalmente desembuchó: “Refiere que se desempeñó como lava autos en dicho lugar, lo que le permitió conocer varias personas y así poder conseguirle empleo”. A la esposa.

Los presuntos —El Pelón y el “licenciado”— vendían lo robado en el Centro Histórico.

El mexiquense lo hacía en la calle Madero, casi esquina con Bolívar; El Pelón solo dijo que en proximidades del Zócalo.

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