Uay, creo que estoy como la mayoría de los yucatecos, con el PIB atorado en la garganta; así está también el gobernador del Banco de México, don Agustín Carstens, igual tiene atorado el PIB, pero no el de espelón, sino el producto interno bruto, y sí que es muy bruto porque nomás no avanza, me refiero al PIB no a don Agustín, aunque él tampoco avanza muy rápido que se diga, ta grande su equipaje; podríamos bailar juntos mondongo, sería mondongo kabic y andaluza. Pero les decía: sigo emposmado de tanto PIB que ya comí y precisamente estaba comiendo un nich del PIB con mi taza de chocolate, cuando estaba escuchando en la radio, en el programa del Columnista, que hay que creer, pero yo me pregunto: ¿a quién? Porque, la mera verdad, vivimos en un mundo donde parece que la mentira es el arma de todos los días, y no es exclusivo sólo de la política, para nada hija, hasta en el deporte: ves los partidos de fútbol y cómo los propios jugadores mienten para hacer creer al árbitro que les cometieron una falta, con tal de ganar un penal que los favorezca con un gol. Qué ejemplo le enseñan a la niñez de la cual son sus ídolos.

Mienten por todos lados, veía en un ejemplo un poco reciente, lo del huracán Patricia, que después que se esperaba el más catastrófico de la historia, fue un podzito, en seguida en las redes políticos de poca moral hacían publicaciones diciendo que todo fue una cortina orquestada por el gobierno y mienten, porque ni modos que la Presidencia controle todos los centros meteorológicos del mundo. No hay mentiras piadosas, mentiras todas son, y por último, hay una lucha intensa por el combate a las adicciones y para alejar a los niños de las drogas y, en días recientes, 4 personas ganan un amparo para fumar mariguana, con el escudo del respeto al Estado de Derecho. ¿A quién le creemos?