Muchas gracias a La 68

La casa es una puerta de entrada al ambiente de la mítica Comala, de Rulfo. Una vez dentro, el entorno vuelto colores y remolinos evoca la senda liberadora del realismo mágico.

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La 68, Casa de la Cultura Elena Poniatowska, anunció su fin de actividades para el 16 de diciembre próximo. Espacio inspirado en la libre voluntad y la convicción de enriquecer el pensamiento de los asistentes, ha sido un lugar de proyección de cine de arte y documentales  de importantes directores contemporáneos,  como Jorge Bolado, Alejandro González I., Fernando Eimbcke, Amat Escalante y José Alvarez, entre muchos otros. Todos ellos ajenos a la pobreza que padece el cine comercial actual. 

La 68 es lugar de exhibición y venta de delicada artesanía mexicana –en buena parte local-. La Sala Maravilla, la sabrosa comida, los cursos de herbolaria, narrativa, yoga, eventos musicales y artísticos son algunos de los amables presentes dispuestos para agasajar los sentidos. Espacio donde la imaginación es libre de disiparse a su antojo y trepar descuidadamente por paredes y techos hasta descender −con el ondulante viento− hasta la terraza de proyección al aire libre y arrellanarse en equipales, tumbonas y diversos sillones desde donde disfrutar la función.

Parafraseando, se antoja decir que La 68 es una puerta de entrada al ambiente de la mítica Comala, de Rulfo. Una vez dentro, el entorno vuelto colores y remolinos evoca la senda liberadora del realismo mágico. El visitante se integra plenamente al presente, sin barreras o imposiciones ideológicas limitantes.

Pero si La 68 es todo eso, es ante todo  lugar de reunión con los amigos.  Podría decir la “casa de todos nosotros”,  abierta siempre al encuentro fraterno, al abrazo sincero, a la sonrisa cómplice y liberadora. El centro cultural, solidario con la discrepancia, es fiel amante de la diversidad en todas sus acepciones. Aporta al matiz conciliador un amplio contexto donde prevalece el privilegio de ser comunidad. 

Siendo un proyecto empresarial sujeto a las condicionantes del mercado, es ocioso hacer conjeturas de las razones que obligan a cerrar esta emocionante instancia, salvo lo expresado en sus redes sociales, donde mencionan altos gastos de operación que la hacen inviable.  

Gracias totales a Paula Haro, Lorenzo Hagerman y todo el amable equipo de La 68 por su fundamental contribución del mundo a la cultura yucateca. Les deseo lo mejor en sus próximos proyectos.

Estoy seguro que volveremos a vernos.

¡Vaya biem!

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