La huella de El Chapo en Quintana Roo

Joaquín Guzmán Loera, alcanzaba a operar en 17 entidades de la república, en los que figuró el estado.

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Vecinos de la colonia capitalina “Pacto Obrero”, fraccionamiento de clase media, afirmaron que el capo de la droga tenía una residencia en el lugar. (Redacción/SIPSE)
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Ernesto Neveu/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Las células del Cártel de Sinaloa, organización criminal encabezada por Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, alcanzaba a operar en 17 entidades de la república para el 2005, según la Procuraduría General de la República (PGR), y Quintana Roo figuró en la lista, a la par que emergieron los Zetas, que sumaron fuerzas con los hermanos Arellano Félix para extender su territorio desde Nuevo León y Tamaulipas hasta Centroamérica, estableciéndose por igual en la entidad fronteriza.

No obstante, la actividad de Joaquín Guzmán se concentró más en la zona sur del estado y comenzó a ser mencionada a partir del 2003, con la operación de la llamada narco-ruta del sur, que se hizo notoria con el descubrimiento de una pista clandestina en el ejido Ignacio Allende, en la zona cañera de Othón P. Blanco. En 2004 el aterrizaje de una avioneta con matrícula colombiana en el solitario camino a la población de Reforma, a escasos 20 kilómetros de Bacalar, corroboró tal actividad ilícita.

Luego se desató la fiebre de la narcoactividad y cualquier pista ubicada en zona rural era motivo de denuncia por parte de vecinos, como el caso de Cocoyol, en la ribera del Río Hondo, donde las pistas de operación de aeronaves fumigadoras fueron confundidas con narco-pistas y hasta un cementerio de aeronaves vinculadas con el crimen organizado.

La caída de una avioneta en el ejido El Gallito, que era perseguida por el Ejército y que llevaba más de una tonelada de cocaína, fue una de las incursiones más importantes de la actividad vinculada al cártel de “El Chapo” Guzmán.

Los tripulantes, de origen colombiano, perecieron en el impacto, esto, en el 2005, mientras que un par de años más tarde, el mismo Ejército Mexicano descubrió dos aeropistas clandestinas, una de ellas en el ejido bacalarense de Nuevo Tabasco y otra más a un costado del sitio arqueológico de Kohunlich, donde aseguraron varios bidones con turbosina y una larga cadena de reflectores que iluminaban la zona de aterrizaje.

Después del 2007, la actividad del Cártel de Sinaloa se desplazó más allá de la frontera con Belice, Centroamérica y las noticias sobre pistas clandestinas y avionetas cargadas de cocaína aterrizando en diferentes puntos del norte del vecino país, comenzaron a ser noticia.

Pero “El Chapo” Guzmán, fue más allá de la operación clandestina para el trasiego de cocaína en la frontera sur del país.

Vecinos de la colonia capitalina “Pacto Obrero”, fraccionamiento de clase media, afirmaron que el capo de la droga tenía una residencia en el lugar y que con cierta frecuencia llegaba al predio ubicado en el Circuito 3 con Andador 2 Sur, donde nadie lo molestaba.

Uno de los hechos que sin duda llamó mucho la atención en 2011, fue la audacia de Juan Ramírez Tijerina, identificado como operador de Joaquín Guzmán Loera, condenado a 20 años de prisión por actividades de narcotráfico y preso en el Centro de Reinserción Social de Chetumal en 2007, que intentó fugarse de prisión hecho ovillo en el interior de una maleta que había introducido al penal su pareja sentimental, María del Carmen Arjona Rivero, de 19 años de edad, durante la visita conyugal.

Los custodios frustraron el intento de fuga al notar algo raro en la maleta, que al ser abierta reveló su inesperado contenido: el narcotraficante detenido ese mismo año durante el aterrizaje de una avioneta con droga, ahora prácticamente “plegado” en el reducido espacio.

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