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Pues bien, hemos transitado por poco más de la mitad de los 100 días que Donald Trump augurara como las más importantes y de mayores transformaciones en la historia de su país; sin embargo, a estas alturas, su gobierno sufre ya de un verdadero empantanamiento en relación con los objetivos de su deshilvanado plan de gobierno y, peor aún, sus tuits han perdido espectacularidad y eficacia.

Salvo ligeras escaramuzas contra los medios de comunicación no afines, su terca insistencia en un decreto migratorio contra musulmanes, rechazado por la Corte, que lo ha llevado a la antidemocrática práctica de despedir a los jueces que no acepten sus dicterios, así como a su exabrupto, digno de Fox, para solucionar el conflicto israelí-palestino en 15 minutos, como lo ofreciera el guanajuatense sobre el diferendo entre las dos Coreas, no hay nada destacable.

Afortunadamente, de manera sorpresivamente vertiginosa, los asuntos relacionados con nuestro país han quedado fuera de su alcance, luego de establecer mesas de trabajo entre los funcionarios de ambos gobiernos para intentar establecer acuerdos sensatos en los temas de seguridad, migración y economía.

Así el efecto de incertidumbre que sobre la economía mexicana causaba Trump ha dado paso a la estabilidad, como lo demuestra la apreciación de nuestra moneda, que en promedio ha bajado la frontera de los 20 pesos en su venta al menudeo, en la banca comercial, con un precio de compra de hasta 18.40 pesos.

Y contra los pronósticos negativos, del ex mandatario Calderón entre ellos, sobre la revisión del TLC, cuando los representantes de la potencia del norte comandados por Wilbur Ross, secretario de Comercio, no tienen prisa por redactar la carta para iniciar el proceso, que concede 90 días para concluirlo, el secretario de Economía del gobierno mexicano, Idelfonso Guajardo, adelantó que para fines de mayo estará listo para negociar sobre una base de 10 puntos.

Dada la interconexión entre las cadenas productivas de los países del TLC, sobre todo entre las industrias mexicanas y norteamericanas, de las que la automotriz resulta el mejor ejemplo, gana cada vez más terreno la idea de que negociaciones del tratado de comercio no modificarán de manera sustancial los términos actuales, lo que pudo verse cuando el dólar sobrepasaba los 22 pesos, que agencias automotrices norteamericanas aceptaban un tipo de cambio de 16 pesos en la adquisición de sus vehículo.

Hay dificultades para aplicar la política de comprar sólo productos nacionales por el entreveramiento entre las empresas de ambos países que, a fin de cuentas, generan empleos en ambos lados; sin embargo, no sucede lo mismo con la empresa Uber que sólo por el uso de la aplicación le extrae el 30% de sus ingresos totales a los choferes afiliados. Recursos que de manera directa van a la bolsa de Travis Kalanik, de San Francisco, California, uno de los principales financieros de la campaña de Trump.

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