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El buen gobierno debe ser definido por aquellas decisiones orientadas al bien común, a la transparencia y al correcto manejo administrativo de largo plazo, así como a transmitir un legado y herencia para las siguientes generaciones.

Las políticas públicas deben desarrollarse, implementarse y aplicarse con transversalidad, definido este concepto como el mejoramiento en el fortalecimiento de una integración de todos los niveles, que junto con la sociedad, promuevan la integración y el sustento del desarrollo participativo.

En otras palabras, la transversalidad representa la elección de un tema que interactúe con diversos campos de acción, ya sea la salud, educación, economía, planeación urbana, y el desarrollo sustentable.

Lo anterior puede ser aplicado al sector correspondiente, y no ser necesariamente limitativo, atendiendo previamente una serie de requisitos y condiciones necesarias para alcanzar los objetivos planteados y requiere de un estudio previo, así como la coordinación de todos, situación compleja si no se tiene un plan de trabajo bien definido.

Específicamente, el turismo en Yucatán representa una actividad importante para miles de familias del Estado en sus ámbitos primarios, secundarios y terciarios; en la zona costera no es la excepción, concentrando un importante nicho de oportunidades para el crecimiento, siempre y cuando, sea de manera ordenada y sustentable con el medio ambiente.

Según datos del Instituto de Estudios Turísticos para el Desarrollo del Sistema de Información de Estadísticas Turísticas (Datatur), en el 2016 más de un millón 800 mil visitantes llegaron a Yucatán, ocupando alguna de las más de nueve mil habitaciones disponibles.

A pesar del enorme potencial que tiene, por ejemplo el municipio de Progreso, éste apenas cuenta con 638 de estos cuartos, es decir, apenas un 7 por ciento de infraestructura suficiente para recibir al turismo nacional e internacional.

Sin embargo, el crecimiento económico, especialmente en zonas de alto riesgo como lo es la zona costera, tiene que ir acompañado de estrategias que protejan sus paisajes, ecosistemas y recursos naturales, hogar de una amplísima diversidad de especies, como aves, peces y corales.

En Celestún, Dzilam de Bravo y Hunucmá se establecieron áreas naturales salvaguardadas por instrumentos internacionales, ya que en estos puntos se encuentra la mayor superficie de manglares de todo el territorio yucateco.

Aún así, la atracción de estos sitios se refleja en una dinámica turística a través del uso de kayaks, los paseos en embarcaciones de motor, el uso de bicicletas acuáticas, la práctica del canotaje y acciones de bajo impacto, como la pesca con mosca.

El agotamiento y la disminución de los recursos naturales, así como la mala planeación, producen un descenso en el desarrollo económico de la zona costera: según datos del estudio “La costa de Yucatán en la perspectiva del turismo”, en el año de 1989, en la pesca, se ocupaba el 51 por ciento de la población en edad para trabajar, mientras que en el 2004 representaba tan solo el 33 por ciento, pero por otro lado, el empleo el sector turismo pasó de 10.4 por ciento en 1989 a 25.7 por ciento en el año 2004.

Según este mismo estudio, dentro de las problemáticas del turismo en la región de la costa están el crecimiento de sitios inapropiados para la disposición final de la basura, la pérdida de la biodiversidad y los cambios en los patrones de circulación de las corrientes costeras, entre otros.

El planteamiento que debemos hacernos va más allá de los datos o estadísticas; es generar las condiciones necesarias para promover el crecimiento de un área demográfica que demanda diversas necesidades pero sin afectar el equilibrio ecológico.

Requiere la capacidad de impulsar el turismo con orden de ser transversales en las políticas públicas de gobernanza, adecuando infraestructura con la convivencia respetuosa del medio ambiente, invitando a los habitantes de la región costera a ser parte de un proyecto innovador que los integre, que sientan suyas las playas y los manglares.

Tengo la certeza del enorme potencial que tenemos, pero antes, debemos hacer partícipes a quienes son dueños de ese legado histórico a las familias, hombres y originarias de la costa yucateca, privilegiar el diálogo es un imperativo para la construcción de una nueva visión para la región.

*Maestra en Derecho y Doctorado por la Anáhuac Mayab

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