Brujo caníbal contrataba vaqueros y se los comía

Transformado en toro, el dueño de un rancho de Tixkokob consumió la carne de por lo menos 60 personas.

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Según la leyenda, antes de transformarse en toro el brujo convertía su rostro en calavera. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En varias ocasiones he presentado casos relacionados con los brujos del mayab, pero hace un tiempo escuché de una leyenda sobre unos hechiceros que atacaban y devoraban humanos, en el municipio de Tixkokob, lo cual se me hizo interesante investigar. Aquí presento los datos que obtuve. 

De acuerdo con la historia, eran tres hermanos que vivían en este municipio ubicado a 17 kilómetros de Mérida, crecieron como vaqueros de un rancho muy próspero, pero al morir el dueño la familia ya no quiso tener ganado y se dedicó a la avicultura, dejando entonces a los muchachos sin trabajo, y por eso tuvieron que buscar dónde emplearse. 

Un día, al ir a comprar alimento para los animales que engordaban para que vendiera su madre, leyeron un anuncio pegado en una pared, el cual decía que en el rancho "La Suerte Negra", ubicado en Tekantó, solicitaban un vaquero capaz de lazar en el monte a un toro muy bravo que había escapado del corral. Ofrecían buena paga y lugar para dormir. Entonces el mayor de los hermanos dijo que iría por el trabajo.

Nadie volvió a saber del muchacho. Pasó un mes y su familia se preocupó, por lo que el segundo de los hermanos decidió ir al rancho para averiguar qué había pasado, ya que, además, se había enterando que seguían buscando vaqueros para la misma labor.

Al llegar a la finca, le dio la bienvenida el dueño, quien le indicó que dejara sus cosas en el cuarto donde estaría hospedado. Cuando el muchacho preguntó por su hermano aquél hombre negó haberlo visto y conjeturó que pudo ser asaltado en el camino por alguna banda de maleantes.

Un toro enorme y demoniaco

Aunque el muchacho se sintió triste, decidió hacer cuanto antes el trabajo para después denunciar ante las autoridades la desaparición de su hermano y preguntó qué ruta había seguido el toro prófugo.

Montó una yegua y se fue al monte; a los pocos minutos vio a un enorme toro, el cual, como si lo esperara, le salió a la mitad del camino, era enorme y con unos pitones que parecían encendidos con el fuego del infierno. 

El animal no esperó a ser perseguido y lazado, sino que arremetió contra el joven. Al mismo tiempo, la yegua se encabritó lanzando al jinete por los aires y la soga le cayó encima, amarrándolo fuertemente e inmovilizandole los brazos. A pesar de todo, el infeliz muchacho intentó huir, pero no tuvo tiempo porque la res lo atravesó con uno de sus cuernos.

En busca de los hermanos perdidos

Transcurrieron las semanas y el tercero de los hermanos, como no sabía nada de sus consanguíneos, decidió ir en su busca al rancho.

Sin embargo, antes de llegar a su destino, se topó con una señora extraña, quien le dio dos botellas que contenían un misterioso líquido, y le dijo que apenas llegara al rancho, lanzara uno de los envases contra el dueño del lugar.

Por alguna razón, esa señora que no conocía le inspiró confianza al muchacho, y ante la sospecha de que algo le hubieran hecho a sus hermanos en el rancho, decidió hacer caso a sus recomenciaciones.

Al llegar a la "Suerte Negra" ya lo esperaba el dueño, quien le dio albergue y lo instó a salir de inmediato en busca del toro, pero el hermano menor, sin pensarlo, le arrojó al rostro el líquido del frasco misterioso.

Para su gran sorpresa, el dueño cayó al suelo y se revolcó de dolor, antes de transformarse en un enorme toro.

Ante el peligro inminente, al muchacho solo se le ocurrió lanzarle el líquido de la segunda botella, en ese momento la res comenzó a consumirse, como si la estuvieran quemando y en unos minutos desapareció por completo.

Fue así como se aclaró el misterio y se descubrió que el dueño del rancho era en realidad un hechicero que se alimentaba de carne humana y para ello engañaba a los vaqueros, ofreciéndoles trabajo.

Se dice que de esta forma murieron más de 60 personas, pero por fortuna el hermano menor de esa familia de Tixkokob acabó con el mal. Se decía que antes de devorar a sus víctimas, el rostro del brujo se convertían en calavera.

Le agradezco al señor Román Uicab, de Tekantó, que me relatara esta interesante leyenda del Mayab.

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