Los “sueldazos”

La propuesta de AMLO de poner tope salarial a la alta burocracia ha dado pie para indagar cuánto gana tal o cual funcionario, para escandalizarse, a modo de catarsis.

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Desde que Andrés Manuel López Obrador planteó un tope salarial a la alta burocracia, una espada de Damocles pende sobre quienes perciben sueldos que son un insulto para quienes sobreviven con exiguos salarios y, en algunos casos, sin las mínimas prestaciones de ley.

El planteamiento ha dado pie para enterarse o indagar cuánto gana tal o cual funcionario, para escandalizarse, a modo de catarsis. Más aún, políticos que ayer vivieron muy bien del erario hoy toman como bandera las propuestas de AMLO, se erigen en defensores de la “austeridad republicana” y aceptan el sacrificio de ganar menos.

Ese hurgar en los “sueldazos” ha llegado a la milicia. Según documentos de la Secretaría de Hacienda y de las unidades de transparencia, en la Sedena laboran mil 414 que ganan más de 108 mil pesos mensuales que se ha fijado el futuro mandatario, 866 son coroneles y 321 generales; en la Marina son mil 76 capitanes de navío y 334 almirantes, que reciben desde 128 mil a 156 mil pesos.

Sin embargo, no se puede medir a los militares con el mismo rasero que a los burócratas, por obvias razones, de las que por límite de espacio solo citaré algunas: primero, el tiempo que dedican a sus actividades los soldados y marinos no es de ocho horas ni seis días a la semana. Hay quienes pasan meses o años destacados en poblaciones, en la sierra, en islas y otros sitios remotos, o bien pasan días o meses navegando. Quienes llegaron a altas jerarquías y puestos directivos pasaron por estas situaciones.

Segundo, la responsabilidad de los mandos no es comparable con la de un funcionario de escritorio. Sobre los primeros recae el peso de operaciones y acciones en las que no solo está en juego su integridad, sino también la de sus subalternos y del material y equipo que manejan o tienen a cargo.

Jesús Silva-Herzog Márquez dice que López Obrador “se acerca a la administración pública como un hacendado se relaciona con sus peones. Puede tronar los dedos y reducirles el salario (…)”. Veremos la reacción de los altos mandos del Ejército y la Armada, porque habrá que reformar leyes, reglamentos, normas.

Y no menos importante es el hecho de que, quienes reciben esos “sueldazos” en el activo (vía sobrehaberes, asignaciones, compensaciones, bonos e incentivos), al pasar a retiro los ven reducidos hasta en un 50%. Y es aquí donde el futuro comandante de las fuerzas armadas debe voltear a ver, porque es un reclamo que ya se le ha planteado.

Anexo “1”

Los niveles

Corría el verano de 1994. Pagadores y Representantes de Unidades Ejecutoras de Pago asistíamos a una reunión en el Cuartel General de la Armada con el director de Recursos Financieros de la Oficialía Mayor de la Semar, entonces capitán de fragata y conocido de los intendentes y oficinistas, por ser el que “repartía” los bonos a Mandos Superiores, Mandos Medios y Homólogos. Tras los saludos de confianza, lanzó una pregunta para romper el hielo: “He escuchado que se quejan porque se les dio el nivel 28, ¿saben por qué?”, preguntó y él mismo se contestó: “Porque no hay nivel 27”. Eran tiempos en que hasta tenientes de corbeta de escala de mar recibían cargos bien remunerados en la Armada. Después, los oficiales técnicos acapararon esas prerrogativas que representan buenos dividendos, pero también muchas responsabilidades.

Por cierto, aquel capitán es hoy Vicealmirante en retiro. Ahí estuvo en Semar, como mano derecha de los sucesivos Oficiales Mayores de Marina.

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