La importancia de la defensa

Debemos considerar varios factores para que, al estar en una situación de riesgo, actuemos con inteligencia.

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Si nos vemos en la imposibilidad de evitar un enfrentamiento físico, es necesario que sepamos defendernos de los golpes del agresor con habilidad, determinación y técnica.

Uno de los instrumentos de defensa lo constituyen las paradas. Éstas, además de cumplir una función defensiva, pueden emplearse como verdaderos golpes que si se ejecutan bien pueden hacer desistir al agresor de su acción.

La defensa es una acción instintiva dictada por la voluntad innata de la supervivencia. El objetivo de practicar las defensas es enseñar a sacar el mayor partido de este instinto canalizándolo hacia un comportamiento racional y determinado, a través de una correcta técnica y una buena disposición de espíritu y coraje.

Si la persona es tímida, introvertida y temerosa puede cambiar ese estado emocional de inferioridad en una sensación de igualdad frente al agresor, ejercitando las defensas hasta lograr el nivel para reaccionar con valentía, empuje y determinación.

Si bien la fuerza física es un factor importante, cuenta mucho la fuerza interior, el espíritu con el que se hace frente a una situación, desde el fondo de nuestra conciencia deben desencadenarse una energía y carga determinantes.

Imaginemos que el cuerpo humano está subdividido mediante dos líneas horizontales que pasan sobre los hombros, una, y bajo la cintura otra. De esta forma obtendremos tres zonas diferenciadas.

La zona alta que comprende la cabeza y el cuello; la zona media que está compuesta por el torso y abdomen; y la zona baja que integra la pelvis y extremidades inferiores.

Esta subdivisión es muy útil para comprender qué dirección toman los golpes de nuestro agresor y, en consecuencia, cómo desplegar las defensas de modo apropiado.

Los golpes altos se dan generalmente con las manos, y pueden ser bofetadas, puñetazos, estrangulamientos y tirones de cabello, pueden darse de forma directa o en sentido circular.

Adoptar la posición de guardia, acercar el brazo correspondiente a la pierna adelantada al costado con el puño cerrado y levantarlo por encima de la cabeza con el codo algo doblado es una de las defensas básicas que sigue nuestro instinto.

De hecho, la defensa por instinto es lo primero que se le debe enseñar al alumno, puesto que los golpes pueden venir de todas direcciones y ahí los ejercicios de visión periférica son fundamentales.

Siguiendo la lógica del cuerpo se deben realizar bloqueos con nuestro lado inteligente y ataques con el lado fuerte; si se es diestro, bloquear en primera instancia con la izquierda y contratacar con la derecha, ambas manos deben estar preparadas para la defensa.

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